Voluptuosas Odaliscas.

7 agosto 2009 at 22:00 (Erotismo, Historia, Literatura, Pintura, Poesía)

La palabra odalisca, proviene del turco “odalik”  y se refiere a una mujer que forma parte de un harén, aunque otras definiciones hacen referencia a una esclava al servicio del harén.

Normalmente están representadas como mujeres de exquisita belleza y destacable voluptuosidad, y en numerosas ocasiones, muchos artistas las han representado como atractivas prostitutas y concubinas, y han interpretado el recinto del harén como si fuera un prostíbulo repleto de bellas mujeres al servicio del divertimento, en ocasiones sexual, del señor o el poderoso de turno.

Normalmente asociadas a las culturas orientales y musulmanas, hay que tener en cuenta, que el Islam reconoce que tanto hombres como mujeres poseen impulsos sexuales y el derecho a la satisfacción sexual, y confirma las relaciones heterosexuales dentro del matrimonio y la legitimidad del concubinato.

Las élites musulmanas masculinas adoptaron las prácticas culturales de las tierras bizantinas y sasánidas conquistadas y, como consecuencia, interpretaron ese mensaje para promover la segregación y la reclusión de las mujeres y para reservar la actividad pública y política a los hombres.

Y así las autoridades musulmanas veían la prostitución como una alternativa social útil frente a la posible violencia sexual de los hombres y era bien recibida como fuente de ingresos a través de impuestos, incluso a pesar de la firme oposición de algunos sabios religiosos.  Por lo tanto, era lógico que el más importante y poderoso de los creyentes, el defensor de Alá, tuviera su propio prostíbulo o albergue de concubinas y sus propias favoritas, meretrices o no.

El término harén (en árabe: harîm حريم ) designa al mismo tiempo el conjunto de mujeres (concubinas o, simplemente, mujeres hermosas) que rodeaban a un personaje importante así como el lugar en el que estas residían.

Numerosas civilizaciones antiguas tuvieron harenes. En la cultura griega se los conocía como gineceos. Los últimos harenes, los que en realidad designan a este término, son los de los sultanes y pachás (padişa) del Imperio Otomano.

El harén en el Imperio Otomano era básicamente el lugar en el que residían las concubinas oficiales del señor, así como las mujeres que este tenía a su servicio. La función de las concubinas era la de darle hijos al señor mientras que las mujeres a su servicio estaban para divertirle, ofreciéndole música, danza y otros deleites.

Los harenes estaban custodiados por los eunucos y el palacio donde el harén estaba ubicado solía estar custodiado por los temibles jenízaros.

En orden descendiente, la jerarquía del harén era:

* La Sultana Valide (en turco otomano: madre), era la madre de sultán. Quedaba fuera del harén a la muerte de su hijo.
* La esposas del sultán, solían ser cuatro aunque podían llegar a ser ocho.
* La Baš Haseki, nombre que recibía la primera esposa y madre del heredero al título.
* Las Haseki Sultan madres de los pretendientes al título de sultán. No podían casarse de nuevo si el sultán fallecía y, si sus hijos morían, quedaban fuera del harén.
* Las Haseki Kadın, eran las madres de las hijas del sultán. Podían casarse de nuevo si enviudaban. Por debajo estaban las esclavas. Ninguna de ellas era musulmana ya que ningún seguidor del Islam puede ser esclavo.
* Las concubinas, que si tenían un hijo, podían convertirse en esposas.
* Las observadas
* Las diplomadas en la escuela del harén.
* Las alumnas de la escuela del harén. Estudiaban música, canto, baile, poesía, artes amatorias el turco y el persa. La mayoría terminaban casadas con oficiales o funcionarios.
* Los  eunucos y las mujeres del servicio.

El harén era una sociedad casi autónoma, organizada y jerarquizada y en la que se tramaron muchas conspiraciones y asesinatos de rivales con sofisticados venenos. Incluso se conocen algunas  Haseki Sultan que tramaron rebeliones y confabulaciones con los jenízaros para favorecer a sus hijos aspirantes a la sucesión. Al final acabaron estranguladas.

También se conocen muchos casos de esclavas que lograron la libertad gracias a sus quehaceres en el harén, llegando incluso a ser favoritas del Sultán e incluso esposas.

Uno de los más famosos harenes es el que se encontraba dentro del palacio de Topkapı, en Estambul, y que fue residencia de los sultanes desde el siglo XV hasta principios del XIX, pero además también se recuerdan otros harenes famosos como los existentes en  Al-Ándalus, el grandioso de Córdoba y el harén de la Alhambra, también en Grecia el situado en el interior del Erecteión ateniense, antes de que fuera convertido en polvorín y saltara por los aires, y que alojó el harén del comandante turco de la Acrópolis durante la ocupación otomana de Grecia.

En cualquier caso, cuando pensamos en odaliscas, siempre nos vienen a la cabeza mujeres sensuales, que provocan fascinación en los hombres (y también en muchas mujeres), despiertan fantasías y rememoran el erotismo de las cálidas noches de Oriente.

Pensamos en danzarinas que bailan con sugerentes movimientos la danza del vientre u otras danzas provenientes de Oriente Medio o del norte de África, o imaginamos a  voluptuosas mujeres, que desnudas o cubiertas de seda, están recostadas en divanes de forma perezosa mientras se deleitan o adormecen con la música interpretada por algún músico al servicio del harén.

Estos eróticos pensamientos vienen dados, al menos en mi caso, de las interpretaciones que célebres pintores y escultores orientalistas como los franceses Jean Auguste Dominique Ingres (1780-1867) y Jean-Léon Gérôme (1824-1904), el español Mariano Fortuny (1838-1874), el italiano Fabio Fabbi (1861-1946), el austriaco Rudolf Ernst (1854-1932), y otros pintores no adscritos a dicho movimiento como Henri Matisse, Jean-Baptiste Camille Corot, Ignace Spiridon, Pierre-Auguste Renoir y algunos más, plasmaron en sus lienzos reflejando el sofisticado universo de los harenes y las bellas mujeres que los habitaban para deleite del sultán o del pachá.

Las Odaliscas y los harenes, mujeres sensuales y poderosamente atractivas sumidas o prisioneras en los misteriosos rincones y en las secretas confabulaciones del harén. Peligro y belleza… un cóctel explosivamente erótico.

LA ÚLTIMA ODALISCA por Ramón López Velarde

Mi carne pesa, y se intimida
porque su peso fabuloso
es la cadena estremecida
de los cuerpos universales
que se han unido con mi vida.

Ámbar, canela, harina y nube
que en mi carne al tejer sus mimos,
se eslabonan con el efluvio
que ata los náufragos racimos
sobre las crestas del Diluvio.

Mi alma pesa, y se acongoja
porque su peso es el arcano
sinsabor de haber conocido
la Cruz y la floresta roja
y el cuchillo del cirujano.

Y aunque todo mi ser gravita
cual un orbe vaciado en plomo,
que en la sombra paró su rueda,
estoy colgado en la infinita
agilidad del éter, como
de un hilo escuálido de seda.

Gozo… Padezco… Y mi balanza
vuela rauda con el beleño
de las esencias del rosal:
soy un harén y un hospital
colgados juntos de un ensueño.

Voluptuosa Melancolía:
en tu talle mórbido enrosca
el Placer su caligrafía
y la Muerte su garabato,
y en un clima de ala de mosca
la Lujuria toca a rebato.

Mas luego las samaritanas,
que para mí estuvieron prestas
y por mí dejaron sus fiestas,
se irán de largo al ver mis canas,
y en su alborozo, rumbo a Sión,
buscarán el torrente endrino
de los cabellos de Absalón.

¡Lumbre divina, en cuyas lenguas
cada mañana me despierto:
un día, al entreabrir los ojos,
antes que muera estaré muerto!

Cuando la última odalisca,
ya descastado mi vergel,
se fugue en pos de una nueva miel
¿qué salmodia del pecho mío
será digna de suspirar
a través del harén vacío?

Si las victorias opulentas
se han de volver impedimentas,
si la eficaz y viva rosa
queda superflua y estorbosa,
¡oh, Tierra ingrata, poseída
a toda hora de la vida:
en esa fecha de ese mal,
hazme humilde como un pelele
a cuya mecánica duele
ser solamente un hospital!