La reina serpiente

29 abril 2010 at 22:00 (Guadalajara, Ilustración, Literatura, Memorias del Otto, Mis Dibujos, Relatos, Relatos de JAO, Relatos de JAO)

A modo de introducción.

Este es mi primer cuento ilustrado.

El proceso aplicado para escribirlo en este caso ha sido bastante curioso, así que creo que merece la pena contarlo.

Todo empezó al ver el anuncio del certamen patrocinado por  la Biblioteca Pública de Guadalajara, que, siguiendo con el tema del Maratón de cuentos de Guadalajara de este año, y para celebrar el día del libro 2010, tenía como lema: “Crea un malo de cuento”.

Como tenía aparcadas varias historias que no encajaban, me daba rabia no participar, más aún cuando tengo especial predilección por los malos y malas de las historias y narraciones.  Entonces miré mi mesa de dibujo y comprobé la ilustración en la que estaba entretenido. Abrí la carpeta y fuí viendo unos cuantos malos que había dibujado, así que los puse todos sobre la mesa y decidí argumentar una historia donde tuvieran cabida todos esos malotes y situaciones.

El resultado podéis verlo a continuación. Espero que os guste.

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Durante aquellos aciagos años, donde la maldad y las plagas campaban a sus anchas por la tierra, el mar era el único lugar seguro para vivir y los marineros éramos los más afortunados entre los mortales.

Navegábamos esa mañana por el gran océano interior buscando, en las obsoletas cartas de navegación que habíamos podido comprar en el corrompido puerto de Amoun’Na, un lugar donde aprovisionarnos, cuando apareció ante nosotros una isla bastante frondosa con una ensenada tranquila y un pequeño puerto pesquero. Los mapas adquiridos no reflejaban su existencia pero la situación no nos era extraña, como otras veces, aprovechamos para completar aquellas cartas con la ubicación del paraje que habíamos encontrado, con el propósito de copiarlas luego y venderlas en otros puertos.

Al fondear nuestra nave y desembarcar, nos extraño la inquietante soledad del puerto. No había ni un alma, solo alguna rata se deslizaba entre los barracones polvorientos.

Subimos una pendiente hasta un montículo, donde pudimos contemplar un extraño pueblo que se extendía al sol como si fuera pescado salado. Aquellas casas blanqueadas deslumbraban la vista, pero no lo bastante como para no poder percibir una absoluta quietud. Solo un hombre oscuro e imponente nos observaba de pie, delante del cercado de madera podrida que rodeaba aquel asentamiento aparentemente abandonado.

Venciendo algunas supersticiones y el miedo, nos dirigimos hacia aquel hombre que parecía vigilar el silencio del extraño poblado fantasma.  Mientras nos acercábamos, sentimos  como se helaba nuestra sangre.  Él nos escrutaba como si estuviera leyendo nuestros pensamientos.

Al parecer no detectó dobleces en ninguno de nosotros. Le saludamos. Tras una larga pausa, como saliendo de un trance, entabló conversación. Con su voz cavernosa  accedió a que su pueblo nos aprovisionara, pero demandó a cambio nuestra ayuda para aquello que acabaría convirtiéndose en una de las aventuras más alucinantes que experimentaríamos en aquellos años de incansable navegación.

Ante una frugal cena, compuesta de tortillas y frutas, pero acompañada con un agua de manantial excelente, Tsna Pá, que así se llamaba el hombre imponente, nos narró cómo, al menguar la luna, su pueblo había recibido la visita de las huestes de la reina serpiente, una ambiciosa mujer que apreciaba su belleza más que cualquier otro tesoro y cuyos  esbirros recorrían las islas de aquellos lugares en busca de muchachas jóvenes a las que robar su juventud mediante encantamientos. De las mujeres que esta arpía raptaba nunca más se sabía. Todo el mundo estaba aterrado, pues las creían muertas.

Tsna Pá era un mago poderoso. Si hubiera estado en el pueblo, los ejércitos de la reina serpiente no se hubieran atrevido a actuar, pero aquel día no estaba allí. La princesa Tani y otras seis jóvenes habían sido atrapadas. Había que rescatarlas antes de que fuera demasiado tarde, antes de que su vida fuera absorbida por la demoniaca reina.

La isla que la reina habitaba, estaba en algún punto hacia el ocaso y las embarcaciones pesqueras de que disponía el pueblo de Tsna Pá no eran adecuadas para aquellas aguas. Nuestro barco en cambio sí podría surcarlas sin problema debido a su mayor calado.

Tras cuatro días de navegación, vislumbramos el perfil del castillo de la reina maldita tras la densa bruma. Un dragón guardián salió a nuestro encuentro. Sobrevolaba en círculos, peligrosamente, pues casi rozaba el velamen. Nos sentíamos como presas listas para la caza. Todos estábamos aterrorizados pero el mago volvió a congelar nuestros corazones cuando, con su voz profunda, recitó unas extrañas letanías que petrificaron temporalmente a aquel gigantesco animal alado, que acabó retirándose entre la niebla.

Pudimos desembarcar en aquella isla sin percances. Solo tuvimos que reducir a unos pocos guerreros que, sorprendidos, acabaron huyendo por la playa. Ante nosotros se erguía el castillo de la ladrona reina bífida.  Debía de sentirse muy segura en aquella guarida, pues, al margen del dragón y de los guardianes huidos, no había más vigilancia.

El misterioso Tsna Pá conocía bien la ambición y los dominios de la soberana, así que no tardó en garantizar el acceso al inexpugnable castillo a través de unos pasos subterráneos secretos, organizando también el ataque y la búsqueda de la princesa Tani y de las otras jóvenes.

Él se encargaría de neutralizar a los pérfidos magos de la reina, aquellos brujos que mediante sus conocimientos y fórmulas, posibilitaban los raptos y el robo de la belleza para su ama. No eran ningún problema para él, dijo, pues solo les inspiraba el poder y la riqueza.

Nosotros, los marineros, nos encargaríamos de buscar a las raptadas en las mazmorras de la fortaleza, así que hacia allí encaminamos sigilosamente nuestros pasos.

Ya en los húmedos calabozos, tras una puerta de hierro, nos sobresaltó un gemido. Derribamos entre todos aquel obstáculo y a través del sofocante vapor del fuego blanco vimos con horror un engendro del demonio que se disponía a torturar a la princesa Tani.

Una vez más, fue la sorpresa nuestra principal aliada. En un momento, aquel despojo maldito yacía ensangrentado en la losa. Ya no volvería a causar sufrimientos nunca más.

Liberamos a la princesa de sus ataduras. Gracias a los dioses del mar no había sufrido ningún daño. Tampoco el resto de las muchachas habían sido sacrificadas, así que derribamos las puertas de los calabozos hasta que pusimos a todas a salvo.

Mientras nosotros nos dedicábamos a estas tareas de socorro, nuestro capitán, el aguerrido Ésparus, había continuado hacia los aposentos reales, en los pisos superiores de la torre mayor, dispuesto a enfrentarse con la bella y peligrosa incitadora del mal.

Un dulce aroma a incienso y albahaca inundaba la estancia donde la reina se contemplaba perezosamente en un espejo.

Vio a nuestro líder  a su espalda y su jovial rostro reflejó aquello que hasta entonces solo había infligido: ¡un miedo atroz!

Habló al guerrero dócilmente y le ofreció poder e inmensas riquezas. Pero Ésparus era bien conocido por su integridad. Replicó a la reina diciendo que sus fechorías habían finalizado allí, que aquellos a quienes había maltratado la juzgarían.

Estas palabras debieron sonar como truenos en sus oídos, pues no había acabado nuestro capitán de argumentar, cuando la reina comenzó a mutar en un ofidio, sin duda venenoso. Con su rapidez legendaria, Ésparus, atrapó con un tapiz a la reina serpiente en plena transformación, introduciéndola en un lujoso y pesado recipiente de aceitunas.

Cuando volvimos con el poderoso mago Tsna Pá a su isla, con la princesa Tani y las muchachas rescatadas, el pueblo fantasma despertó. Nos agasajaron con varias semanas de fiesta antes de que prosiguiéramos nuestro viaje por aquellos mares desconocidos.

Dejamos atrás esta aventura llevándonos un peligroso recuerdo. Aquel recipiente para aceitunas, era también mazmorra de una serpiente que un día fue una bella y cruel reina.


9 comentarios

  1. Espineli said,

    Buen cuento, tanto la lectura como ilustraciones son excelentes, yo te doy el primer puesto 🙂

  2. Nacho said,

    Realmente interesante. Bien escrito, bien ilustrado. Este chavalín tiene futuro.

  3. Relato: La reina serpiente Espineli :: Fotos, curiosidades, noticias, actualidad y vídeos alucinantes! said,

    […] e ilustraciones sacados del genial blog El Jergón de Long Jhon Silver ¿Te gustó este post? […]

  4. Espineli said,

    No he podido evitar hacerte un copy-paste en mi blog para dar a conecer tu obra 😉

    Salu2!!

  5. Jesús Angel Ortega said,

    Muchas gracias Espinelli y Nacho.
    Al final me llevé un premio de consolación consistente en un libro bastante chulo.
    Un abrazo.

  6. Jenny said,

    He leído tu cuento en el blog de Espineli y me ha encantado. Las ilustraciones están estupendas.

    Felicidades y saludos.

  7. Miguel said,

    Bien escrito Gisus… es dificil conseguir una historia completa con tan pocas líneas, bien…
    un abrazo
    Miguel

  8. Mary Alice said,

    Que buenas dotes tienes! Sigue cultivandolas. Tu cuento y tus dibujos estan muy buenos..

    • Jesús Angel said,

      Me alegro de que os haya gustado Jenny, Miguel y Mary Alice.
      Gracias por leerlo y por opinar.
      Espero que os vaya muy bien, Miguel cuídate por U.K. ¿o era Irlanda?
      Nos vemos.
      Un abrazo a tod@s.

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