La Ruta del Tabaco

14 enero 2011 at 22:00 (Cine, Comedia, Erotismo, Ilustración, Literatura, Novela, Publicidad, Teatro) (, , , , , , , , , , , , , , , )

Últimamente se oye hablar mucho acerca de la ley anti-tabaco.  La prohibición ha llegado a bares, cafeterías, pubs y discotecas, y los no fumadores están contentos. Los fumadores sin embargo no lo estamos tanto, pero, ¡qué remedio!   La ley es la ley y una vez más el sistema aboga por los derechos de la mayoría saludable arremetiendo contra  esa minoría de irresponsables autodestructivos.  ¡Así no contaminaremos el aire común a respirar!

Yo, como fumador, comprendo la medida, y entiendo la alegría de los no fumadores, pero no entiendo las posturas radicales promovidas por algunas asociaciones anti-tabaco, que animan para que haya denuncias contra algunos lugares por su permisividad, o contra algunos ciudadanos (que sí, que también los fumadores lo son) por su despiste o desacuerdo. Así, veo a algunas asociaciones de no fumadores que, sinceramente, me parecen de otro tiempo. Algunas me recuerdan a las ligas antialcohólicas santurronas de los USA que promovieron La Ley Seca, aquella  que hizo ricos a algunos gánsteres americanos.

Tampoco aguanto ver a la ministra de sanidad, ponerse chula recordando las normativas acerca de los clubs de fumadores, que parece que podría ser una solución para algunos sitios que quieren seguir dejando fumar en sus recintos a parte de su clientela. Hay que fastidiarse, como a la gente mediocre, el tener poder le da alas.

Pero no voy a entrar en polémicas. Ya me he acostumbrado a la situación, aunque imagino que otros no se adaptan o no quieren adaptarse y entiendo que se cabreen o protesten. Creo que hay otras cosas más importantes por las que preocuparse, como la crisis, el desempleo o la podredumbre que rodea al desgastado sistema capitalista y la basura que rodea a los políticos, meras marionetas del capital y los mercados.

NO nos pongamos demasiado profundos. Sirva esta disertación introductoria, simplemente, para recordar unos cuantos carteles que ahora están prohibidos, pero que en su momento sirvieron para entrar por los ojos y vender al personal esta droga legal cada vez más perseguida.

Al final de la galería seguiremos con más sorpresas en la senda del tabaco.

Como habréis visto, Hollywood se volcó con la industria del tabaco, y muchas estrellas pusieron su rostro y sus bocanadas de humo al servicio de la publicidad.

Otro empedernido fumador de pipa, facturaría en 1941, una película en la que apenas se echa humo, si excluimos el de los malogrados coches que caen en manos de la enloquecida familia Lester. Y eso que el título hace referencia a una ruta que conoció mejores tiempos, la ruta del tabaco en el profundo sur americano de Georgia. (Tobacco Road).

Con un argumento basado en la novela de Erskine Caldwell y en la adaptación para Broadway de Jack Kirkland, Tobacco Road se considera por muchos expertos como la única cinta fallida de John Ford de aquel periodo. Desde luego, si se compara con las dos películas del año anterior, Hombres intrépidos (1940) y Las uvas de la ira (1940), o con la siguiente, ¡Qué verde era mi valle! (1941), verdaderas obras maestras todas ellas, nos encontramos con una comedia estridente, repleta de slapstick, himnos religiosos y humor gamberro, en la que Ford intenta retratar el profundo sur de la ruta del tabaco enmarcado en la época de crisis de la Gran depresión americana, incluyendo a los paletos incultos que por allí sobreviven.

La película nació marcada por el enorme éxito de la obra de teatro y de la novela, y por las exigencias de la censura. John Ford no había visto la obra y no sabía nada de poblados sureños miserables.

Para el guionista del film, Nunnally Johnson, el problema estuvo en el desacuerdo entre Ford y los personajes. Afirma Johnson que el director le dio un montón de irlandeses salvajes que nada tenían que ver con los paletos sureños que se pretendía retratar. Como Ford no sabía nada de paletos del Sur, y sí sabía mucho de irlandeses, los convirtió a todos en irlandeses, ya que para él un paleto inculto de clase baja y un irlandés inculto de clase baja eran idénticos.

Destaca la excelente fotografía en blanco y negro y una infinidad particularmente hermosa de grises.

El tono de la película cambia de escena en escena, sucediéndose el tono elegiaco y los gags de forma continua.

Muy destacables también las excelentes interpretaciones de Charley Grapewin en el papel de Jester Lester y de la hermosa, a pesar de los censores, explosiva y aquí aparentemente inocente, Gene Tierney, que rebosa sexualidad en todas sus apariciones.

A pesar de las malas críticas y el fracaso total que supuso esta adaptación, esta obra menor de Ford, a mí particularmente me encanta.

Lo entrañable del optimismo irreal que finalmente repunta, aunque sea solo un sueño pasajero, sobre la miseria y la ignorancia. El retrato de ese  sur americano que poco o nada tiene que ver con el de Lo que el viento se llevó, la visión de la crisis en la que están sumidos sus personajes o la presentación de las dualidades entre la religión y la ignorancia o la mansedumbre aborregada, la miseria y los inmisericordes bancos, la pereza y el hambre, el sexo y todo lo demás.



Si a todo esto, le añadimos alguna de las tonadas gospel de la Hermana Bessie y la bocina alocada de Dude Lester, no lo dudéis, la diversión estará asegurada en la ruta del tabaco, donde está prohibido fumar, hasta los títulos de crédito.

Fuentes documentales utilizadas:

John Ford. Filmografía completa. Scott Eyman / Paul Duncan (Ed.) TASCHEN.
La vida y época de John Ford. Scott Eyman. T&B Editores.

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