De brujas, hogueras y cenizas

14 marzo 2010 at 22:00 (Erotismo, Historias para no dormir, Literatura, Memorias del Otto, Novela, Poesía, Relatos, Relatos de JAO, Relatos de JAO)

In my craft or sullen art
Exercised in the still night
When only the moon rages
And the lovers lie abed
With all their griefs in their arms,
I labour by singing light
Not for ambition or bread
Or the strut and trade of charms
On the ivory stages
But for the common wages
Of their most secret heart

Not for the proud man apart
From the raging moon I write
On these spindrift pages
Nor for the towering dead
With their nightingales and psalms
But for the lovers, their arms
Round the griefs of the ages,
Who pay no praise or wages
Nor heed my craft or art.

*(En mi oficio u hosco arte / ejercido en la noche en calma / cuando sólo rabia la luna / y los amantes descansan / con sus penas en los brazos, / trabajo a la luz cantora / no por ambición ni pan / lucimiento o simpatías / en  los escenarios de marfil / sino por el común salario / de su recóndito corazón.

No para los soberbios aparte / de la rabiosa luna escribo / en estas páginas rociadas / por las espumas del mar / ni para los encumbrados muertos / con sus ruiseñores y salmos /  sino para los amantes, sus brazos /  abarcando las penas de los siglos,  / que no elogian ni pagan ni / hacen caso de mi oficio o arte. )*

Tras leer este poema de Dylan Thomas, Larry miró a la ciudad dormida por el ventanal del salón, mientras apuraba las últimas caladas de aquel cigarro enorme.

Entrecerrando los ojos, rodeado por el espeso humo que se duplicaba en el cristal, le pareció ver a lo lejos, en el cielo, entrecortándose sobre la luna, a Guillemette Babin, blanca y desnuda, sobre el lomo de un imponente macho cabrío negro. Se asía a sus crines con firmeza, curvando su cuerpo hacia atrás, gimiendo mientras se balanceaba sobre aquel cabrón volador.  Otros engendros de la naturaleza la seguían, piedras voladoras con extraños signos grabados a cincel, enrojecidos tizones sin gravedad escapados de una gigantesca chimenea, tiburones del aire que enseñaban los dientes mientras navegaban aleteando en el aire de la noche, enormes escobas y escobones entretejidos con ramas de parra seca, atados a un palo pulido y encerado. Todos estos ligeros seres y artefactos llevaban pasajeras, bellas jóvenes que levantaban los brazos deleitándose con el frescor del aire de la noche o viejas más cuidadosas, que se aferraban a los animales o a las cosas con temor de perder el equilibrio y caer al vacío. Mientras volaban se embadurnaban el cuerpo con ungüentos e intercambiaban bebedizos entre ellas, riendo y sollozando de placer.


Larry veía en las oscuras sombras de la luna primero y en la campiña distante después, una enorme fogata donde reposaba un caldero humeante en peligroso equilibrio. Veía como las mujeres voladoras iban llegando a aquella fiesta, donde extraños animales peludos, lobos, carneros, dragones y cerdos ya bailaban alrededor de aquella pira, dando saltos imposibles unos, aleteando alegres otros. Guillemette y sus compañeras se incorporaron al círculo festivo y con sus pieles desnudas enrojecidas por la luminosidad del fuego no tardaron en contorsionarse alzando los brazos mientras pisaban las brasas sin que las espantase el dolor, más bien todo lo contrario, aquellos restos incandescentes repartidos por la tierra parecían copular con ellas a juzgar por los resultados del  contacto con su piel, los susurros y los gemidos que emitían, sus gritos de obsceno placer.

Le pareció escuchar en ese momento el llanto de un niño, que explotó justo cuando comenzaba a salir un humo negruzco muy denso de la hoguera.

El ruido de un reactor atravesando la noche le hizo abrir sus ojos. Las luces de la ciudad se desparramaban por su campo visual, se apagaban y encendían, corrían o se paraban, brillaban en los grandes bulevares o se oscurecían en los fríos callejones. El cigarro se había apagado en sus labios, así que lo aplastó en el cenicero de la mesa y se sentó en el sofá para descansar del ajetreado día de trabajo en la oficina. No tardó en adormecerse y en tener una ligera pesadilla que fue llevándole a las profundidades del sueño, a la oscuridad de una húmeda mazmorra.

El hierro candente rasgó el cuerpo de Guillemette desprendiendo vapor con un nauseabundo olor a carne churrascada. Sus gemidos se perdían en las profundidades de aquella prisión, pero no llegaban al corazón de la tierra ni despertaban al señor del abismo. El demonólogo Jean Bodin azuzaba con sus preguntas a aquella bella hembra desnuda que se retorcía de dolor en el potro.

La denuncia anónima había sido depositada por un alma bondadosa en la caja negra de la catedral. Había que lograr discernir como una mujer bella e inteligente como Guillemette se había dejado seducir por el maligno, qué crímenes perversos había cometido en los aquelarres, qué otras cómplices tenía en sus negras fechorías.


El silencio de la mujer y el que no existiera la marca del diablo en su bello cuerpo, confirmaban que era una fiel seguidora del averno, ya que era bien sabido que el demonio solo marcaba a los acólitos de los que no estaba muy seguro, pero nunca marcaba a los que eran de su máxima confianza que ocupaban lugares privilegiados en su reino. No cabía duda, su crimen era abominable contra Dios y como tal había de ser castigado con la pena de muerte, sin posibilidad de conmuta por ninguna autoridad de los hombres.

Aquella mañana era nublada y el frío estremecía a más de un espectador en la plaza mayor. Guillemette fue conducida al centro cubierta con un manto. Cuando la subieron a lo alto de la pira, la despojaron de aquel abrigo dejando su cuerpo desnudo a la vista del público. La ataron con unas cadenas al poste y prendieron fuego a los enormes haces de leña bajo sus pies. Algunos curas rezaban letanías y consolaban al populacho ignorante que veía mientras, lujurioso, como se consumía la belleza de aquella bruja. Aquel crepitar de llamas y el humo que desprendían con ese olor a carne quemada, subieron a la garganta de Larry desde lo profundo de su estómago. Se removió en el sofá para adoptar otra postura menos agobiante.

A la mañana siguiente, Alma, la criada indonesia de Larry, se asustó con el fuerte olor a quemado que encontró al entrar en la casa y llamó a la policía. No había ningún rastro de Larry allí, y tras unas semanas de búsqueda lo dieron por desaparecido en misteriosas circunstancias. En el informe de registro del forense, se hacía mención a la gran cantidad de cenizas que se hallaron sobre el sofá del salón y que resultaron ser de sarmiento. Nadie se explicaba cómo pudieron llegar allí y si su combustión, imposible sin haber provocado un incendio en la casa y en el edificio, fue la causa de aquel penetrante olor a quemado que parecía salir de las mismas entrañas de la tierra.


Referencias:

PoemaIn my craft or sullen artde Dylan Thomas.

Grabados de Bernard Zuber para el libro del novelista francés Maurice Garçon: La vida execrable de Guillemette Babin, bruja, publicado en 1926.


Demonomanie des Sorciers (Of the Demonomania of Witches), del francés Jean Bodin.


Película francesa de Guillaume Radot, del año 1947: Le destin exécrable de Guillemette Babin.


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En Busca de Sara…

21 enero 2010 at 22:00 (Guadalajara, Historias para no dormir, Memorias del Otto, Relatos, Relatos de JAO, Relatos de JAO)

Cuando alguien lea estas letras tal vez me tome por loco, pero para entonces ya será tarde.  Nadie podrá encerrarme ni juzgarme, ya no pasaré ni sed ni hambre, se habrá  acabado el lujo y la horrible fiesta.  Habré cumplido mi injusto papel en esta historia, que ni yo mismo acabo de creer, si no fuera porque aún siento escalofríos y desesperación cuando intento recordarla y escribirla.

Entre párrafo y párrafo, me levanto y miro a la montaña a través de los barrotes de esta celda, como buscando entre la nieve y la niebla las palabras que necesito para narrar ese insano conocimiento que me llevará a la muerte. Evitando el sol, escruto la montaña, busco con los ojos muy abiertos en la lejanía. Ya no puedo sino apretar los dientes y tapar mis oídos lo más fuerte posible para apartar de mis sentidos su llamada. Su diabólico cántico no puede ser escrito en papel, solo me queda garabatear esas extrañas palabras que trae el viento en el negro muro de la celda, ocultas a sus ojos.

¿Cuándo comenzó esta pesadilla? Mi mente está embotada por los acontecimientos, pero nunca olvidaré la deslumbrante fiesta que Sara se empeñó en dar. No entendía qué pretendía celebrar y me extraño la esmerada preparación de aquellas invitaciones a personas de su pasado que yo ni siquiera conocía. Ahora lo entiendo todo, era una despedida, la despedida de mi querida Sara antes de partir desde el mundo de los vivos al de los infiernos. ¡Dios ayúdame!

El día de la fiesta al regresar de mi paseo atardecía, aún había nieve en el camino que llevaba al castillo. Las verjas de la finca estaban abiertas de par en par y ya había algunos coches en la puerta con los primeros invitados. Me apresuré para lavarme y vestirme de gala, mientras los criados iban introduciendo a aquellos desconocidos en el gran salón.  Allí estaba ella, deslumbrante con aquel vestido blanco, toda su belleza creaba un maravilloso resplandor a su alrededor. Me miró de forma encantadora cuando subí la escalera hacia el vestidor, nunca podré olvidar aquella dulce y última sonrisa.

Recuerdo que bebí demasiado durante la velada, también conocí brevemente a algunos amigos de Sara. No entendía qué significaban para ella y tal vez fue eso lo que motivó mi ataque de celos, eso y el coqueteo que se traía con algunos de aquellos hombres, aquellos desconocidos. La discusión aún tardó en aflorar, pero no podía soportar la imagen de su cuerpo refulgiendo entre aquellos buitres babeantes. Ya se marchaban los últimos y agarré a mi esposa de la muñeca, apretándola de una forma nada natural, como reflejo un tanto agresivo de mi más profunda herida. Ella, sin perder la sonrisa y mientras despedía a uno de sus amigos con un beso en el cuello que me hizo enrojecer de ira, me dirigió una mirada que hizo que aflojase mi mano de inmediato. Nunca había visto sus ojos de aquella manera, me atravesaron de forma inexplicable. Quedé petrificado mientras alguien me dedicaba un último apretón de manos y me susurraba que tenía una mujer maravillosa.

Todos los invitados se fueron y Alfred cerró las puertas de la casa, ella se giró mirándome altiva, nunca la había visto de esa manera, tan fuerte y tan superior a mí. Sin decirme una sola palabra, soltó una carcajada que me heló la sangre; abriendo la puerta pequeña del salón, salió a la fría noche con su vaporoso vestido blanco agitándose al viento.  Salí tras ella mientras cogía presuroso el farol que mi criado Alfred portaba. Pude ver como giraba por el patio a la altura de la pequeña ermita que era mausoleo de su familia. Mientras lo hacía volvió a mirarme, pero la dulzura había desaparecido de su rostro,  la sonrisa que su boca dibujaba era una diabólica invitación a la lujuria. Un intenso frío me recorrió la espalda de forma dolorosa, pero rápidamente encaminé mis pasos hacia aquel esquinazo que ella había doblado. No la veía por ninguna parte. Pude comprobar en la nieve sus pequeñas pisadas que delicadas se alejaban del patio adentrándose en el bosque.

Aún me tiemblan las piernas cuando rememoro cómo me encaminé intranquilo hacia la espesura, cómo aquel viento imposible me impidió dar un paso adelante mientras traía a mis oídos fríos susurros ininteligibles y aterradores. Petrificado, volví sobre mis pasos tapándome los oídos e intentando no escuchar aquellas extrañas palabras. -¡Ya volverá!- dije para mis adentros mientras volvía al salón y me servía apresuradamente una copa.


Me despertó Alfred a la mañana siguiente. La botella de brandy estaba vacía en mi regazo y Sara no había vuelto a la casa.

Ella era una experta montañera, siempre muy bien orientada, conocedora de las estrellas. Me costaba aceptar que hubiera podido extraviarse en aquél bosque que circundaba nuestra mansión, así que mi primer pensamiento se dirigió a la ermita. Con ayuda de Alfred abrimos las herrumbrosas verjas del pequeño patio. El edificio estaba cubierto por enredaderas que solo dejaban entrever sus ventanales góticos y su magnífica puerta de madera de roble, que estaba totalmente despejada. Su visión me hizo recobrar la conciencia y el ánimo pues pensé que Sara estaría allí dentro, resguardada de la fría mañana, tal vez con una resaca parecida a la mía.

¡Qué equivocado estaba!  Allí dentro no había nadie vivo, solo las tumbas de los antepasados de Sara cubrían las paredes de la pequeña ermita. Pero algo llamó mi atención de forma escalofriante. En el cuadrante norte, a la derecha del altar, se erigía una estructura totalmente nueva para mí. No es que conociera bien aquel recinto decadente, nunca me interesó el mundo de los muertos, pero aquel sarcófago incrustado en la pared, aunque con una apariencia antigua y polvorienta, atrajo mi vista de forma inmediata.

Noté como los dientes de Alfred castañeaban detrás de mí cuando, también tembloroso,  limpié las inscripciones de esta nueva tumba. Horrorizado vi allí marcado en la piedra, con una perfecta letra artesana, el nombre de mi querida esposa. No podía creer lo que estaba viendo, Alfred dejó caer el farol tras proferir un angustiado grito de terror.

Me costó convencerle para que profanáramos aquel extraño enterramiento. Finalmente mi alterado raciocinio se impuso a la superstición de mi criado que, desencajado, me ayudó a retirar la losa del sarcófago. Un aire nauseabundo surgió de la cavidad abierta y las  frases susurradas de la noche anterior volvieron a silbar en mis oídos de forma espeluznante. Aguantando aquel hedor y aquellas palabras de ultratumba, vi el vestido desgarrado de Sara estirado en la profundidad del sepulcro. Con una valentía que no sé de dónde saqué, acerque el farol a la cavidad y retiré con cuidado el vestido vacío, solo pude lanzar un grito apagado al descubrir el cadáver aún caliente de un enorme perro, tal vez un lobo, un animal infernal en cualquier caso, que parecía mirarme con sus ojos vacíos, con sus fauces terribles entreabiertas y sanguinolentas.

Bajé de aquel sarcófago, sin palabras, sin aliento. Solo una desesperación indescriptible se había apoderado de mí. Alejándome de aquella increíble pesadilla choqué con el cuerpo de Alfred al pie de la losa. Debía haberse tropezado presa del pánico y se había golpeado con algo. Aún respiraba, así que  con miedo a moverle, encaminé mis pasos al pueblo cercano en busca del médico. No lograba explicar nada de forma ordenada, las ideas se mezclaban en mi mente con las extrañas palabras, frases ininteligibles que me llegaban a través del viento de la montaña. Tuve que llevarme casi arrastras al médico, farfullándole explicaciones incoherentes y aturulladas, para ir a socorrer al pobre Alfred.

Imagino que sería el primer síntoma de locura que aquel médico rural apuntaría en su largo informe. Arrastrarle a la ermita del castillo para nada. Una tumba abierta vacía, sin rastro del infernal animal desangrado en su interior, y, sobre todo, sin rastro de Alfred.

Ni que decir tiene que aquel hombre de ciencia no creía ni una sola palabra de lo que yo le contaba balbuceando. Y con la sugerencia de que llamase a la Policía, me dejó apesadumbrado y hundido en el frío salón del castillo, frente a otra botella de brandy.

Atardecía cuando tomé la nefasta decisión de buscar a Sara y a Alfred, de encontrar a cualquier precio los aciagos despojos que habíamos hallado en aquella hora infernal, en aquel mausoleo indeseable. Nefasto sería, en efecto, el precio a pagar, la cordura nunca asomará ya en mi cabeza y la serena belleza de la muerte es la única que anhelo cuando recuerdo lo que vi a continuación.

Con un farol lleno,  armado con el rifle salí intentando descubrir alguna huella. Allí cerca, en una gran losa cubierta por la nieve temprana, pude ver colgando un jirón del vestido blanco y la forma de una delicada mano femenina grabada en la nieve. Con un estremecimiento seguí por aquel camino cuesta arriba hacia el bosque.  Según avanzaba los gemidos del viento taladraron de nuevo mis oídos y más allá.

Al doblar un recodo la vi, allí en la espesura su piel blanca se fundía casi con la nieve que la rodeada, me miraba con los mismos ojos lujuriosos que la última vez y de su boca entreabierta chorreaba un hilillo de sangre que su lengua intentaba borrar. Ella estaba en cuclillas mirándome fijamente mientras sus manos jugaban con algo a sus pies. No podía retirar mi vista de su mirada, de su bello rostro apresado por la locura. Por fin, como queriendo evitar la aceptación de lo más doloroso, baje la vista para encontrarme horrorizado con la cabeza de Alfred entre sus blancas manos.

Presa de la repulsión grité hacia aquel monstruoso ser. Lo único que encontré por respuesta fue su risa penetrante que se mezcló de forma insoportable con los quejidos lastimosos del viento de la montaña, formando en mi cerebro un coro de palabras extrañas e infernales que  transcribo día y noche en el muro de esta prisión.

Me arrastré al pueblo con el recuerdo imborrable de mi bella Sara devorando a mi criado, con su risa infecta impregnando mi pensamiento, llamándome a la montaña para saciar su voracidad.  Ahora solo espero que la justicia de los hombres acabe con estos  sufrimientos que soy incapaz de transmitir a nadie, que envuelven poco a poco mi mente en la locura.

Con estas palabras acababa el extraño relato del conde Isaías Karpov, que yo, Lucas Bernese, notario del Imperio en Basilea, elevo en esta acta oficial para abrir la investigación de este extraño caso de desaparición y tal vez locura. El conde Karpov no soportó el encierro, obsesionado con la terrible guillotina, dejó las ganas de vivir en este escrito junto a las extrañas transcripciones del muro que también forman parte integrante de esta acta. El doctor Gregory Hess levantará el certificado de defunción y en unos días me acompañará al castillo de Matzingen donde intentaremos esclarecer los hechos, si es que éstos pudieran ser aclarados.

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Piezas de a Ocho (VIII).

5 noviembre 2009 at 22:00 (¡Piezas de a Ocho!, Comics, Curiosidades, Historias para no dormir, Literatura, Música, Terror)

Y llegamos al octavo piezas de a ocho en este Noviembre que marcará sin duda el inicio de un invierno inolvidable y el comienzo de muchos sueños, fantasías y realidades.

¡Ya son Ocho piezas de a Ocho! y estas son las primeras piezas de oro de este octavo lote, encontradas entre los restos resacosos y salados del último naufragio ocurrido en la noche de difuntos, en la pasada noche de Halloween.

Ya en Bretaña, Escocia e Irlanda, en la remota antigüedad, se festejaba la fiesta de Samhain el 31 de octubre, último día del año en los antiguos calendarios celtas. Para celebrarlo se encendían  grandes hogueras en lo alto de las colinas para ahuyentar a los malos espíritus, y se creía que las almas de los muertos visitaban sus antiguas casas, acompañadas de brujas y de espíritus errantes.

samhain_elfwood

Con la llegada del cristianismo, se estableció  el primero de noviembre como Día de Todos los Santos, y el 31 de octubre pasó  a llamarse en inglés “All Saints’ eve” (víspera del Día de Todos los Santos) o también “all Hallows’ eve” y, más recientemente, “Hallows’ eve”, de donde deriva halloween.  Hallow es palabra del inglés antiguo que significa ‘santo‘ o ‘sagrado‘ y al igual que el vocablo holy, proviene del germánico  khailag.

Muchas de las tradiciones de halloween se convirtieron en juegos infantiles que los inmigrantes irlandeses llevaron en el siglo XIX a los Estados Unidos, por lo que no es una influencia americana o una festividad yanqui la que se está extendiendo en las  últimas  décadas por el mundo hispánico, sino que es una festividad proveniente de la vieja y polvorienta Europa.

Muchos han sido los blogs y las páginas del universo que se han hecho eco de esta   celebración pagana y voy a repasar  algunas bellas  entradas que algunos blogs amigos han dedicado a esta noche mágica.

En Las Mansiones de Nienna, podemos conocer la leyenda irlandesa de Jack el holgazán y pecador que engañó al mismísimo diablo y que vaga como alma en pena con  su farol protegido en una calabaza y que dio nombre a las famosas calabazas de Halloween, “Jack-o-lantern“.  Esta es una festividad que a Nienna le gusta mucho y a mi también.

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Jenny desde su Mi Ventana, nos da un gratificante repaso por unas postales antiguas de Halloween y que nos muestran el carácter de festividad infantil de este día, en el que los niños pierden, o intentan perder, el miedo a los espíritus que vagan por la noche y que no se acercarán si ven una calabaza hueca iluminada en la noche.

Andrés en su BlogOdisea nos relata un episodio de terror no apto para niños, y es mejor que mientras lo escuchamos, los niños se queden jugando con las calabazas, porque no van a dormir esa noche si lo escuchan y soñarán con los vampiros que eligen Halloween para alimentarse mejor que otras noches.

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Si queremos ver cómo pasan Halloween los japoneses, es obligada la visita al blog  Fani en Japón, donde Fani nos va descubriendo día a día sus vivencias en ese país legendario. Al parecer los americanos han introducido esta festividad en este país tan diferente en las celebraciones, y en todo lo demás, de occidente.

Mi amigo Espinelli en su homónimo blog, nos propone una interesante encuesta para que votemos a la película que veríamos la noche de Halloween. El terror está servido, aunque hay algunas películas de las sugeridas que además de terroríficas resultan muy divertidas.

Un pagano como yo, mi amigo Pablo, El Empollón Integrista, nos propone una sugerente idea para convertir esta fiesta pagana, “satánica y oscurasegún algunos eclesiásticos, en algo más acorde a nuestras raíces cristianas castellanas.

La propuesta y su cartel para dar a conocer nuestro propio Halloween patrio, son simplemente geniales.

 

baphomet

Otro pagano más, mi también mundano amigo Carlos, nos facilita en sus Mis Obsesiones, unos fondos de pantalla con Halloween como temática. Algunos son impactantes y otros tal vez muy aterradores, pero desde luego están muy currados y seguro que a algunas hijas e hijos de la noche les gustará ambientar su ordenador con ellos.

Para finalizar esta primera pieza, 2 joyas imprescindibles para esta fiesta y para cualquier otra, en primer lugar la maravillosa, y ya recomendada en un pasado piezas de a ocho, página web de Tim Burton, que presentó algunas novedades en sus galerías y que serán recopiladas en un art-book de próxima aparición.  Si hay un amante de Halloween, desde luego, ese es este querido cineasta.

La postal que os adjunto me llegó el mismo día de Halloween. ¡Me encanta!

TimBurton_Halloween

La siguiente joya es una canción. The Dream Syndicate, nombre sugerente y muy fantasmagórico, cantaron a Halloween allá por los años 80.  Había una grabación para el programa de TV La Edad de Oro, que se grabó en los estudios de la TVE y que tenía una calidad de imagen bastante buena, pero al parecer no la quieren compartir, así que aquí va la canción directamente. ¡Qué tiempos aquellos!

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Es Pop Ediciones, nos da la siguiente pieza de a ocho en forma de papel de oro y nos informa a través de su blog Cultura Impopular, de un nuevo libro en su catálogo. Se trata de la biografía Schulz, Carlitos y Snoopy, de David Michaelis y que recoge la historia del creador de la tira cómica Peanuts, del dibujante y el cerebro que hay detrás de Carlitos, de Snoopy y de todos los fascinantes y alocados niños de alrededor.

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Hay un dosier de prensa muy amplio e interesante  en el blog de la editorial acerca de este nuevo libro editado por Es Pop Ediciones y se pueden descargar junto a él algunos capítulos del libro de David Michaelis, que sinceramente promete ser muy interesante.

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Charles M. Schulz, es el historietista más leído y querido de todos los tiempos, y sigue siendo, diez años después de su fallecimiento, una de las figuras más incomprendidas y a la vez influyentes de la cultura norteamericana.

Sin Carlitos y Snoopyno habría existido un Calvin y Hobbes, ni un Garfield, ni un Far Side, ni un Mutts, ni unos Simpson, ni un South Park, ni un Padre de familia…

peanuts

Algunas reseñas de este libro dejan entrever lo que puede ser una lectura apasionante. Como muestra, la reseña realizada por Bill Watterson, creador de Calvin y Hobbes:

En sus tebeos, Schulz fue capaz de exponer y afrontar sus tormentos interiores, haciendo de la inseguridad, el fracaso y el rechazo los temas centrales de su humor. A pesar de la gran influencia de Peanuts sobre mi obra, siempre me contenté con admirar a Charles Schulz de lejos, y como la mayoría de sus millones de lectores nunca llegué a conocerlo. David Michaelis ha realizado una extraordinaria labor de investigación y ha escrito una crónica perspicaz y absorbente. Este libro nos permite a todos conocer por fin a Charles Schulz.”

 

 

 

snoopy

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Esta pieza de a ocho, la he sacado de un cofre de 12 llaves y 5 cadenas, del que ni siquiera el mejor escapista podría escapar o abrir y  llevarse los tesoros que guarda.

El Escapismo es la práctica de escapar desde un encierro físico o de otras trampas. Los escapistas (también denominados «artistas del escape») son capaces de zafarse de esposas, de camisas de fuerza, jaulas, cadenas, cofres, cajas de acero, barriles, bolas de presidiario, edificios en llamas, tanques de agua y otros peligros, a menudo combinados.

Algunos trucos de los escapistas son logrados por medio de técnicas de ilusionismo y  otros son actos genuinos de flexibilidad, fuerza y audacia.

Uno de los más famosos escapistas fue el ilusionista húngaro de origen judío Harry Houdini.  Podéis encontrar una biografía bastante interesante de este genial mago en Microsiervos, en el artículo Harry Houdini: la vida del escapista, mago y azote de espiritistas.

HarryHoudini1899

En la actualidad, los efectos especiales, trucos ópticos, la propia televisión y las tecnologías al servicio de los showmans hacen del escapismo algo no tan arriesgado como cuando lo practicaba Houdini, pero no deja por ello de ser verdaderamente alucinante y todo un espectáculo. Baste el ejemplo siguiente del mago Hans Klok en un programa de la televisión alemana¡La magia del espectáculo!

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Una pieza de a Ocho que es un enjoyado recordatorio al crítico musical Paul Williams.  En el Ruta 66 de Junio aparecía una reseña en el sumario, escrita por Ignacio Julià, que recordaba a este pionero de los críticos de rock.

Decía Paul Williams: “No es fácil ser crítico, la gente espera que le expliques las cosas. Eso está bien si no tienes ni idea… te inventas una explicación que parezca inteligente y te creen. Pero si entiendes un poema, o una canción, seguramente también comprenderás que lo estás destruyendo al intentar plasmarlo en un par de frases para que tu vecino sepa qué significa”.

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Además de la revista que fundó Crawdaddy! y que ahora tiene su versión digital, Williams es autor de numerosos libros sobre filosofía pos-hippy,  tratados sobre Bob Dylan, Beach Boys, Neil Young y otros muchos acerca de lo que estuvo enraizado en su vida y le dio el aliento en sus momentos más difíciles:  El rock & roll.

Si queréis conocer mejor a este escritor rockero, podéis visitar su página Web, que no tiene desperdicio alguno.

Me quedo con una de sus frases que sentenció en 1967 y que además parece que fue una profecía:

“Very few people have the balls to talk about ‘rock and roll’ anymore.”(Nadie tiene ya cojones de hablar de rock’n’roll)

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Y la última pieza de a Ocho de hoy es valioso oro negro, en tinta negra. Y desde luego es todo un honor tener a semejantes tesoros rondando por el jergón.

Ediciones La Cúpula, con gran acierto, ha re-editado en un volumen bastante cuidado todo un clásico del cómic español: Fuga en la Modelo de Makoki.

Todo comienza con el viaje al moro del Niñato, el Emo y el Cuco y de sus aventuras para pasar costo a España y como al final acabarán con un perro San bernardo drogadicto en MadridEl Emo acabará en la cárcel Modelo de Barcelona después de varias aventuras y desventuras plagadas de viñetas desternillantes, y sus colegas Makoki y Morgan prepararán su ruidosa fuga con la ayuda del Dotor Otto, su ayudante Josechu y el robot argentino Robesto.

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Fuga en la Modelo es una de las obras más emblemáticas del cómic underground español de los años 80. Publicada inicialmente en forma serializada en la revista el Víbora, su éxito pronto hizo que se publicase recopilada en un álbum del cual se vendieron en su tiempo más de 20.000 ejemplares.

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Fuga en la modelo fue un fenómeno social y era la lectura de cabecera de la hacinada cárcel barcelonesa en los años 80, donde la mayoría de los presos cumplían condena por delitos relacionados con el tráfico de drogas.

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Esta obra cumbre de Miguel Gallardo y Juan Mediavilla, desde sus inicios en el Víbora en 1981, se vería reeditada a lo largo de los años 80, siendo la última edición la del 1989. Con esta edición de lujo de 2009 se da cumplimiento a una renovación que mi biblioteca pedía a gritos y que desde luego recomiendo sin duda.

Makoki fue un personaje que influyó en el cine de la época, en los músicos de la época y que en definitiva fue un fenómeno social que encajó bastante bien en la Movida.

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Aquí, como despedida, la canción Makoki por el grupo Paraíso.


Letra de Makoki. Grupo Paraíso

Gira y gira la calle en tu cerebro dañado por el electroshock
y la acera se abre para que tu penetres dentro del colector
las tuberías son buenas banderas
de la bronca que te piensas montar.
«Estás algo nervioso -piensa aquel funcionario-
quizás te convenga descansar».
Y tú le arreas con la tubería
uno menos para la AISS,
y gritas a tu banda
«Voglio una tía»,
y marchas por la calle buscando
y la gente
se aparta de ti.
Una loca se ha encaprichado
por tu extraño tocado y recibe un calambrón
mientras los sucios polisías se aprestan en la corner:
tienen ganas de follón.
Tú les arreas con la tubería,
buenos contra malos: polices and thieves.
Tu banda pega, muerde, sacude y agita
y la caballería aun sin llegar.
Y las ratas del puerto, tan gozosas,
han empezado a canturrear:
«Makoki, Makoki, Makoki es cojonudo,
el enemigo público número uno».

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Josep Martí Ripoll, Portadista del Horror.

11 agosto 2009 at 22:00 (Comics, Historias para no dormir, Ilustración, Terror)

Durante los años 40, un buen número de dibujantes profesionales como Josep Martí Ripoll se encargaron de reproducir, como artesanos copistas de monasterio, las páginas originales de artistas del cómic americano como Alex Raymond, pero eliminando con su plumilla los escotes femeninos, alargando las faldas e incluso readaptando la disposición de las páginas para eliminar aquellas viñetas en que apareciesen besos u otras acciones susceptibles de ser cuestionadas por la censura española de la época franquista.

De este modo, un cómic clásico, como Flash Gordon, se publicará censurado en España durante décadas.

En paralelo a estas tareas colaboraría a finales de los años 50 en la revista infantil Hipo, Monito y Fifí, cómic hoy prácticamente olvidado pero disponible en versión facsímil en el Salón del Tebeo Clásico español.

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Las aventuras de Hipo, Monito y Fifí aparecieron en 1940 y constituyó un feliz y sonado acontecimiento para los españoles degustadores de humor infantil y donde la primera generación profesional de dibujantes de la historieta española, encabezada por Emilio Boix, llevó al género hacia una evolución decisiva.

Finalizadas esas penosas épocas donde se modificaba  el arte a través de otros artistas,  Josep Martí Ripoll destacó como un gran portadista en numerosos proyectos de publicaciones de horror de las que hicieron historia en España.

Sus portadas para Dossier Negro son memorables, en ocasiones firmadas como Roy Jim. Vampiros, hombres lobo, muertos vivientes, los personajes de las novelas de Edgar Allan Poe, todas las temáticas horripilantes y de ciencia ficción que podamos imaginar pasaron por sus manos artísticas e hicieron historia.

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Dossier Negro fue una revista de cómics pionera en España en la temática de terror. Nacida en 1968, estaba editada al principio por Ibero Mundial de EdicionesSe publicó hasta el 1988 y en total vieron la luz 217 números más varios extras y experimentó varios cambios de editorial en su andadura.

En esta tarea terrorífica en Dossier Negro, Josep se codeaba con otros dibujantes como Enrich, Kenneth Smith, Figueras, SanJulian, Boris Vallejo, Segrelles, Jad, Basil Gogos, Boada, Ken Kelly, Richard Corben, Esteban Maroto, y otros muchos maestros del cómic.   Algunas de las inquietantes portadas dibujadas por Martí Ripoll se muestran a continuación.

Dossier Negro se alimentó de múltiples historietistas españoles de la agencia que Josep Toutain tenía en esa época: «Selecciones Ilustradas«, y publicó material de la Editorial Warren norteamericana, de Skywald,  e incluso material de otras revistas de horror de la también americana DC como House of Mistery, House of Secrets, La Cosa del Pantano de Len Wein y Bernie Wrightston, y otras historias que se publicaban en USA en los años 70.

Posteriormente comenzó a trabajar en Toutain Editor como diseñador gráfico de múltiples obras publicadas por esta editorial pionera en dar a conocer el cómic para adultos. Continuaría su trabajo de diseñador gráfico en Norma editorial y otras editoriales del sector.

Cabe destacar de esta etapa sus trabajos con Josep Toutain (Toutain Editor) en las ediciones de Joyas de Creepy, múltiples ediciones de las obras de Richard Corben, de Vittorio Giardino, de Will Eisner y de múltiples artistas y guionistas de primer orden tanto nacionales como extranjeros. También es muy destacable su trabajo en el diseño artístico de la magnífica obra de 4 volúmenes Historia de los Comics, dirigida en 1982 por Javier Coma también para Toutain Editor.

Para finalizar alguna portada más de Josep Martí Ripoll para que su recuerdo os acompañe en vuestras próximas pesadillas.

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