El deber y no pagar.

4 febrero 2010 at 22:00 (Cine, Cine de Aventuras, Cine Histórico, Comics, Drama, Fotos, Historia, Literatura, Música, Novela, Pintura)

El cosaco en su brioso corcel
Va a la estepa siempre al trote,
Que del mundo es un azote, zote, zote, zote, zote,
Porque nunca va al cuartel
Y si fiero es en la guerra al vencer,
Al volver es más terrible,
Porque trae un hambre horrible
Y de genio está imposible
Y su encanto es el deber.
El deber, el deber, el deber y no pagar.
Cosacos de Kazán que sobre caballo van sin temor y sin desmayo.
Cosacos de Kazán que en la guerra son un rayo y en la paz un huracán.
¿Dónde irán? ¿Al asalto del caballo?
¿Dónde irán? ¿Cómo y cuándo volverán?
Volverán, que no les parta un rayo.
Volverán mediado el mes de mayo.
Volverán con más plumas que un gallo,
Los cosacos de Kazán

Esta canción de la zarzuela Katiuska de Pablo Sorozábal retrata muchos de los tópicos que sobre el pueblo cosaco, y sus guerreros, llenaron mi cabeza en la niñez, Miguel Strogoff de Julio VerneTaras Bulba de Nikolái Gógol hicieron el resto.

Aunque el correo del zar se las veía contra los tártaros y el rudo Taras Bulba con los polacos, sus periplos por las frías estepas del imperio, les conducirían por inhóspitos lugares que fueron conquistados y colonizados en su día por otros insignes cosacos, esta vez reales y no de ficción. Conquistadores y colonizadores de Siberia, estos temibles guerreros mantuvieron a raya a los tártaros, a los chinos, a los polacos, a los franceses e incluso al propio pueblo ruso.

Desde Hollywood se proyectó una imagen heroica y romántica del mundo de los cosacos.

Entre los primeros films que trataron la temática cosaca destaca el producido en 1928 por la Metro Goldwyn Mayer, The Cossacks. Película muda basada en la obra homónima de Lev Nikoláyevich Tolstói, escrita en 1863. Fue dirigida por George Hill y protagonizada por el galán John Gilbert. Mostraba la vida en un pueblo cosaco y sus escarceos bélicos con los tártaros. También reflejaba una sociedad eminentemente machista donde los cosacos se dedicaban a guerrear mientras las mujeres trabajaban el campo. La escena final no podía ser más explícita respecto a esto. La mujer se aferraba a los brazos del valiente cosaco en su caballo, después de haber sido rescatada y le decía: “Lukashka, te amo… Lukashka, trabajaré para ti… Lukashka, yo seré tu esposa devota… Dios es todopoderoso”.


También es muy destacable la adaptación de Taras Bulba que realizó J. Lee Thompson en 1962. Protagonizada por Yul Brynner y por Tony Curtis, retrataba la vida guerrera del cosaco inmortalizado por Nikolái Gógol y algunas de sus más fuertes convicciones: la lealtad y el honor.

De lo que no cabe duda es que estas visiones, muy entretenidas pero algo edulcoradas, de las duras condiciones de vida del pueblo ruso y del carácter endurecido de la raza cosaca,  tenían una base real. Los gobiernos de la madre Rusia, vieron en los cosacos los guerreros ideales y formaron cuerpos de caballería de élite que serían temidos dentro y fuera del imperio zarista.

De ellos llegó a decir Napoleón Bonaparte: “En lo que se refiere a los Cosacos,  honestamente hay que reconocer que fueron ellos los que garantizaron a Rusia el éxito en esta campaña. Los Cosacos son las mejores tropas militares de todas las existentes. Si yo los hubiera tenido en mi ejercito,  podría haber llegado a conquistar el mundo entero

El carácter indomable de estos curtidos guerreros fue bien aprovechado por los zares, y  aparte de poner en jaque al ejército francés o al que se pusiera por delante, fueron  utilizados para reprimir al pueblo en los momentos de mayor pobreza. Cuando las ideas revolucionarias empezaban a asomar en las mentes de los campesinos hambrientos o en las de los obreros descontentos, en las perdidas estepas o en las grandes ciudades y anillos industriales.

En muchas ocasiones los zares consideraban que un régimen de terror era más fácil de administrar y utilizaron a las tropas cosacas para la represión y la persecución de todo aquel que levantara voces discordantes contra el estado monárquico zarista o contra los que simplemente no eran de su gusto, como en las persecuciones étnicas o los pogromos contra los judíos rusos.

El último zar de la dinastía Romanov, Nicolas II, utilizó las unidades cosacas sin miramientos para la represión del pueblo. Recordemos el domingo sangriento del 22 de enero de 1905, en San Petersburgo, cuando la muchedumbre llegó a las inmediaciones del Palacio de Invierno donde las tropas de cosacos, convocadas por el ministro del interior, príncipe Sviatpolsk Mirski, dispararon a matar y atacaron con una carga de caballería produciendo una cifra estimada de 92 muertos.

Se puede ver una representación de esta escena en la película de 1965 dirigida por  David Lean: Doctor Zhivago, protagonizada por Omar Sharif y por la bella Julie Christie.

La revolución de Octubre acabaría con la dinastía de los Romanov, con su asesinato y desaparición. Pero en el confín del imperio, más allá del lago Baikal, donde acaba el ferrocarril Transiberiano y comienza el Transmanchuriano, muchos cosacos se unieron a los ejércitos blancos liderados por el  Almirante Kolchak. Otros creyeron en las ideas revolucionarias y combatieron en el lado bolchevique.

En esta etapa del convulso siglo XX, durante la revolución rusa, muchos cosacos se aferrarían a la idea de combatir con los Blancos para conseguir fundar un estado independiente cosaco que podría desplegarse en tierras de Mongolia y a caballo entre Rusia, China y el Tibet.

En este escenario, en esta lejana guerra, surgirían personajes variopintos con delirios de grandeza que han pasado a la historia como héroes iluminados, como antihéroes viciosos y depravados, como salvajes guerreros a mayor gloria del pueblo cosaco, aunque muchos de ellos son aún denostados por muchos de sus propios compatriotas rusos.

Entre estos guerreros malditos, podemos destacar a Grigory Mikhaylovich Semyonov, o Semenov, atamán cosaco que puso en jaque a las tropas bolcheviques en Manchuria, con un ejército formado por cosacos y voluntarios checoslovacos y apoyado por el ejército imperial japonés.

Descrito como un bandido que paseaba con su tren blindado por la línea Transmanchuriana en busca de riquezas, cometió con sus tropas muchas acciones violentas de pillaje hasta que fue expulsado de territorio ruso en 1921.

Sería capturado en 1945 por paracaidistas soviéticos y condenado por el tribunal supremo de la URSS a morir en la horca. Se dice que sus verdugos le odiaban tanto que utilizaron métodos no permitidos para prolongar su agonía.

Aunque no tan cosaco como Semenov, pero luchando en sus filas, el barón Roman Ungern von Sternberg despierta cierta fascinación dentro del  conflicto blanco del Transbaikal.

Este personaje podría ser considerado como un monárquico iluminado que creía ser la reencarnación de Gengis Kan.

Al igual que el atamán Semenov combatiría contra los bolcheviques con la idea de fundar un imperio asiático poderoso donde vivieran en armonía los cosacos, mongoles, chinos y tibetanos.

El Barón Sangriento acabó también siendo capturado por el ejército rojo y ejecutado frente a un pelotón de fusilamiento.

La idea de formar un imperio donde los cosacos pudieran practicar sus tradiciones sin ser molestados, inclinó a muchos de ellos a colaborar con los invasores alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, formando unidades cosacas integradas en la Wehrmach.

Curiosamente se dieron casos de enfrentamientos entre tropas cosacas combatientes con los alemanes y cosacos integrados dentro del ejército rojo.

La fascinación que despierta el mundo de los cosacos, su aguerrido carácter, no podía dejar de reflejarse en el cómic.

Así podemos encontrar referencias claras en la muy recomendable obra Klezmer de Joann Sfar, donde se retrata a un grupo de marginados, judíos y cosacos incluidos, que viven al ritmo de la música klezmer por las tierras rusas.

También en Ring Circus, con guión de David Chauvel y dibujo de Cyril Pedrosa, podemos encontrar referencias claras a los cosacos, mostrados aquí como defensores y haciendo alguna matanza de campesinos, reconvertidos en bandidos.

Una obra reciente, publicada en edición integral por la editorial Glénat, es Noche en Blanco, donde nos paseamos por la gélida Rusia post-revolucionaria, por las tierras heladas controladas por el movimiento blanco y por las tropas cosacas del atamán Semyonov, por las fiestas anti revolucionarias de Vladivostock y por las aventuras de un oficial del ejército del zar junto a sus amigos cosacos.

El guionista Yann y el dibujante Neuray relatan veinte años en la vida de un militar fiel a los Romanov que ha de enfrentarse al derrumbe de su mundo con la llegada de la revolución.

Si alguien se ha fascinado con las leyendas de Ungern Kahn o del atamán Semyonov, ese fue el incansable viajero Hugo Pratt. Su magnífico personaje Corto Maltés, se encontrará con estos salvajes cosacos en el título Corto Maltés en Siberia.

Aquí Pratt se documentó entre otras fuentes con el relato de Ferdinand Antoni Ossendowski (1876-1945), titulado “A través del país de las bestias, los hombres y los dioses”, para retratar al barón Ungern o al general Semenov.

En las siguientes viñetas, podemos comprobar las personalidades con las que Hugo Pratt empapa a estos personajes históricos y al ambiente que les rodeaba en esa época plena de aventuras y peligros.

Para finalizar algunos enlaces interesantes acerca del mundo cosaco que profundizan mucho más en su historia:

Muy completo este artículo de la Wikipedia,  en castellano, sobre los Cosacos.

Otro artículo, también de la misma fuente, sobre La Historia de los Cosacos.

La red cosaca, página rusa dedicada a los cosacos, en cuatro idiomas.

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El camino del guerrero…

18 julio 2009 at 22:00 (Cine, Cine de Aventuras, Cine Histórico, Drama, Historia, Ilustración)

El camino del guerrero o Bushido, era una doctrina de pensamiento y comportamiento que originó la leyenda que rodea a los guerreros samuráis.  El modelo ideal del samurai, estaba basado en siete principios fundamentales: la justicia, el valor, la compasión, la cortesía, la sinceridad, la lealtad y el honor.

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Se piensa que estos valores se inculcaron en los samuráis en una época tardía, a principios del siglo XVII y eran compartidos con el cultivo de una preparación física y entrenamiento militar en el que se valoraban la agilidad y la flexibilidad por encima de la fuerza bruta.

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La preparación mental era muy importante  y se tenían muy en cuenta los principios de concentración (haragei), y de energía centrada y atenta (ki) ya que con ellos se conseguía ser un buen guerrero. Además era imprescindible conseguir la paz interior para alcanzar en el momento de la lucha un estado casi místico (munen), sin ningún pensamiento que pudiera estorbar la concentración en la lucha.

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A pesar de que el bushido se incorpora oficialmente a la vida de los samuráis en el siglo XVII, la primera mención a estos guerreros y su denominación ya aparece en el período Heian que va desde el siglo VIII al siglo XII.

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El significado de la palabra samurai es “en servicio”.  Esta fuerza militar se convirtió en la principal herramienta para que los diferentes mandos locales afianzaran y mantuvieran su poder sobre el resto de la población, de forma que establecieron una serie de señoríos feudales.

Estos mandos locales se convirtieron en señores de la guerra con un ejército particular “a su servicio” de samuráis.

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Con la conversión de estos señores de la guerra en shogun, y bajo el mando de uno de estos dictadores militares, con el título de seiitai shogun (comandante en jefe para la destrucción de los bárbaros),  Yasutoki del clan de los Minamoto, definió en 1224 un marco próximo al futuro Bushido, que definiría la conducta de estos guerreros y su entorno y que se basaba en cuatro aspectos fundamentalesCompromiso de servidumbre militar hacia el señor feudal a fin de proteger a sus campesinos, búsqueda y vigilancia de la lealtad propia y del resto de los vasallos al señor,  el respeto de los hijos a los padres y la obligación de la esposa de seguir al marido.

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Con las invasiones de los Mongoles al mando de Kubilay Kan, rechazadas por los samuráis en varias batallas y con la ayuda del viento divino (kamikaze) que asoló la flota invasora , los samuráis tomaron conciencia de su superioridad y se convirtieron en factor decisivo a tener en cuenta para conseguir el poder.

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Tras la larga paz que el clan Tokugawa impuso en Japón a partir del siglo XVI, y después de 300 años de feudalismo férreo, la moral del código samurai llegaría intacta hasta el siglo XIX en el que se contabilizaban en Japón más de un millón de samurais.

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La revolución ideológica introducida por el nuevo emperador Meiji a partir de su ascenso al poder en 1868, desposeyó a los venerados guerreros profesionales de sus centenarios privilegios y se destituyó a numerosos terratenientes demoliendo incluso sus castillos (más de mil castillos fueron destruidos).

La llamada revolución Meiji, dejó miles de samuráis desocupados, por lo que empezaron a acumularse guerreros sin señor o ronin en las ciudades y muchos de ellos emigrarían hacia las islas más septentrionales buscando reconvertirse en agricultores.

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En 1876 se promulgó la prohibición de llevar espada a cualquier ciudadano que no fuera miembro del ejército.

Esto provocó el desbordamiento de la ira de los samuráis que se revelaron y causaron algunos reveses al ejército imperial hasta que el 24 de Septiembre de 1877, un ejército de 30.000 hombres aplastó a las fuerzas samurai de Saigo Takamori, de 400 hombres, en la montaña Shiroyama.

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Expertos espadachines, también era famoso su dominio del arco, un arco largo recubierto con bambú.  Los mejores arqueros eran capaces de acertar con sus flechas a un blanco situado a una distancia de 132 metros, y anualmente lo demostraban en un festival competitivo del que salían los mejores arqueros.

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Estos guerreros serán conocidos por el arte relacionado en la fabricación de sus espadas, tanto de las espadas largas o de campo (nodachi) como por las espadas cortas de cuerpo a cuerpo (wakizashi), de forma que verdaderos artesanos en la forja, realizarían espadas memorables por su calidad insuperable, más cortantes que el acero y con una elasticidad que permitía que no se quebrasen con los golpes recibidos (recordemos la importancia de las katanas y su fabricante Hattori Hanzo, en las películas de Quentin Tarantino:   Kill Bill Volumen 1 y Kill Bill Volumen 2).

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Muchas son las películas en las que la figura del samurai tiene presencia y protagonismo en la trama, generalmente dramática.  El cine japonés principalmente ha definido y analizado una y otra vez a este tipo de guerrero y a su código de comportamiento en diferentes películas y ha representado su estatus y devenir a través de las diferentes épocas de la historia del Imperio del Sol naciente.

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En ocasiones, el samurai no tiene el completo protagonismo del film, y aparece mezclado o enfrentado con guerreros ninjas que a veces comparten con los feudales guerreros, ideología, entrenamiento y armamentos.

Hay multitud de películas con Samuráis protagonizando la trama, pero he seleccionado 7 en honor de una de las más bellas y conseguidas obras de arte del maestro Kurosawa.

Los siete Samuráis. (Akira Kurosawa, 1954)

Esta obra maestra en blanco y negro narra como un grupo de samuráis se va formando, contratado por unos campesinos para que les protejan de unos saqueadores que periódicamente les roban las cosechas.

Para este film Kurosawa se inspiró en la tragedia clásica griega Los siete contra Tebas de Esquilo. Para la concepción cinematográfica del film se baso más en uno de los maestros americanos que más admiraba: John Ford.

Posteriormente este film de Kurosawa serviría de inspiración para el famoso western de 1960: Los siete magníficos de John Sturges, aunque su influencia se extiende también a películas de géneros tan dispares como la ciencia ficción y las artes marciales.

Kagemusha, la sombra del guerrero. (Akira Kurosawa, 1980)

En esta película Kurosawa reconstruye la bátalla de Nagashino (1575) a través de la historia de un pobre ladrón que se ve obligado a asumir la identidad de un gran señor de la guerra. Esta batalla marcó el triunfo del clan de los Tokugawa, que asumirían el papel de shogun y asegurarían la paz en Japón durante varios siglos.

Ran.  (Akira Kurosawa, 1985).

Basada en la tragedia de Shakespeare, El rey Lear, se ambienta en los siglos XVI y XVII y representa la caida del clan de los Ichimonji.

En una entrada anterior se hace un estudio más profundo de este bello film de KurosawaRAN.

Gohatto Tabú. Nagisa Oshima, 1999)

Es una película con menos acción y más psicología, como le gusta facturar a Nagisa Oshima.  En este caso, se ambienta en una escuela de samuráis y se profundiza en las complejas relaciones interpersonales entre los aprendices de guerreros.

La obra se adentra en el tema de la homosexualidad entre los samuráis.

Tasogare Seibei (El ocaso del samurai, Yôji Yamada, 2003).

Esta es una desmitificadora visión del samurai al mostrar a uno de estos guerreros que ha tenido que vender su espada para pagar el entierro de su mujer y que trabaja de burócrata.

Todo en la película presagia el declive de los valores tradicionales de los guerreros en el siglo XIX.

El último samurai. (Edward Zwick, 2003).

En la película interpretada por Tom Cruise y Ken Watanabe, de recrea de forma libre la historia del último caudillo samurai, Saigo Takamori, y su trágico y heroico final en 1877.

Zatoichi. (Takeshi Kitano, 2003).

Ambientada en el siglo XIX, el héroe de esta historia es la figura legendaria de Zatoichi, un masajista ciego cuya espada es más rápida que la vista de los demás.

Zatoichi es el centro de un relato en torno al cual se desarrolla la típica intriga de bandas rivales, una historia de venganzas personales a cargo de dos geishas (con sorpresa), buenas dosis de violencia estetizante y humor.

El film presta atención a los aspectos espirituales y psicológicos que rodean el mundo del samurai, incluyendo números musicales y mezcla de tramas que finalmente subyugan.

Ganó el León de Plata de Venecia al mejor director en 2003 y varios premios más en otros paises.

Aparte de estas 7 elegidas, hay muchas más.  El propio Kurosawa, facturaría también las muy recomendables Trono de Sangre (1957), La fortaleza escondida (1958), Yojimbo (1961), Tsubaki Sanjuro (1962), o la censurada al principio de la ocupación americana Los hombres que caminan sobre la cola del tigre (1945).

En todas estas películas  guerreros samuráis, al servicio de un señor feudal o como ronin sin dueño, protagonizan diferentes peripecias de acción y de sangre, en ocasiones inspiradas en dramas shakesperianos.

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Pero otros muchos directores japoneses y no nipones, han realizado películas con samuráis de por medio o con el código de conducta del samurai, el Bushido, rigiendo los destinos de los que rodean al guerrero, bien en producciones locales o bien en producciones europeas o americanas. Entre todas ellas  hay algunas muy destacables:

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Fuentes documentales utilizadas:

Samurai, el código del guerrero. Thomas Louis & Tommy Ito.  Ed. Paraninfo
Samuráis. El arte de matar y morir. José Ángel Martos. Revista Clio. 5-51
Diccionario del Cine de Aventuras. Javier Coma. Ed. P & J.
Internet Movie DataBase.

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Aquellos forzudos de otros tiempos.

9 julio 2009 at 22:00 (Cine, Cine de Aventuras, Cine Histórico, Comedia, Erotismo, Ficcion-Fantástico, Mitología)

El año en que nací yo, 1959, se estrenaba mundialmente una película que marcaría el comienzo de un género en el cine europeo.  La película Hércules, que se estrenaría en España en 1960,  se había estrenado un año antes en su país de origen, Italia, y ningún otro film sobre mitos griegos ha tenido tanta influencia como este éxito de taquilla del productor americano Joseph E. Levine.

Levine
, famoso por sus campañas de publicidad hercúleas, nunca mejor dicho, para promocionar las películas que producía, recaudó con esta película “peplum” más de 18 millones de dólares, y transformó la inversión en este título italiano (Le Fatiche di Ercole), de 120.000 dólares, en una auténtica fortuna.

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El film, dirigido por Pietro Francisci,  tiene graves defectos, destacando sobre todo la mediocridad de la atmósfera, sus pobres caracterizaciones, el doblaje espantoso, y una historia de amor empalagosa,  pero fue el prototipo de todo un género.

Hércules fue la primera película neoitaliana sin ninguna pretensión, salvo convertir la acción histórica y romántica en un espectáculo rentable, plagado de aventura pura y emocionante.

En esta película y en las que la seguirán,  las estrellas masculinas cumplen nuevos requisitos que serán característicos de este nuevo género, o del género renovado por los italianos: bíceps de 45 centímetros y pectorales de 125 o más.

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El papel protagonista lo encarnaba un espécimen humano perfecto en musculatura masculina, el Mister Universo de 1950, Steve Reeves. Aunque ya había protagonizado algún título anterior, Hércules le catapultó a la fama y la pantalla.  Su físico esculpido con proporciones helénicas se esforzaba, se contraía, se estiraba y se exhibía en cada escena de un guión superficial que lo único que buscaba era el entretenimiento de las masas.

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Anteriormente al Hércules de 1959, y también posteriormente, se han producido innumerables películas que podrían también incluirse en lo que se conoce como género “peplum” y que se basan  en el mundo grecorromano, aunque no exclusivamente.

Y así tenemos desde la Intolerancia de D. W. Griffith de 1916, pasando por los diferentes Espartacos (1909, 1913, 1914, 1919, 1954, 1960), los Ben-Hur (1907, 1925, 1959), las Cleopatras, los emperadores romanos, los bárbaros y los hunos, las películas basadas en la Biblia y en el Nuevo Testamento, las Medea, la guerra de Troya, Alejandro Magno, la Odisea y Ulises, Esparta, Rodas y su coloso, los gladiadores, Roma… y un sinfín de películas y temáticas más alrededor de ese mundo pretérito.

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Pero fue a partir de este Hércules del 59, cuando la industria italiana produciría la mayoría de las conocidas como epopeyas de forzudos, sin otra pretensión que buscar el divertimento general para todos los públicos.

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Esta producción de musculosas películas se extendería hasta el año 1965, aunque posteriormente se realizaron algunas reapariciones como la de 1970 (Hércules in New York) con Arnold Schwarzenegger, los dos Hércules de Lou Ferrigno en 1983 y 1985, o la serie de Televisión Hercules: The Legendary Journeys.

Entre los forzudos famosos, además del insuperable Mister Universo y Mister Mundo, Steve Reeves, y de su antecesor una generación anterior, Bartolomeo Pagano, destacaron también otros musculosos posteriores como Gordon Scott, bombero de Las Vegas y revitalizador del subgénero de Tarzán en 1955 y que interpretó a Hércules, Maciste y otros cachas, Mark Forrest que también interpretó al forzudo Maciste, Ed Fury que interpretó a Ursus, Colossus y también a Maciste, Kirk Morris, Brad Harris, Reg Park, Dan Vadis,  Samson Burke, Peter Lupus (con el pseudónimo Rock Stevens), Sergio Ciani (con el nombre  artístico de Alan Steel), Lou Ferrigno, Richard Harrison.

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Los villanos en estas películas siempre eran unos déspotas y opresores del pueblo, o unas reinas malvadas y seductoras, siempre con un ejército de lacayos armados dispuestos a matar al forzudo, se llamase Hércules, Heracles, Maciste, Sanson, Ursus, Colossus o Goliat.

Los decorados siempre eran parecidos, muy imaginativos pero de saldo. Las cuevas húmedas llenas de estalactitas donde vive el monstruo, el desolado salón del trono del déspota de turno, el estridente dormitorio de la malvada reina, las mesas de madera de la posada local, que  acabarán destrozadas en una pelea.

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En la mayoría de estos peplum de forzudos aparecen persecuciones, en carro, a pie o a caballo, peleas entre gigantescos forzudos, entre el forzudo y  diez o doce oponentes esmirriados a la vez o entre bestias espeluznantes y el héroe, derrumbamientos y destrozos variados a base de empujones y estirones, y otras escenas de acción forzuda.

Pero también aparecen largas caminatas sin palabras por bosques, desiertos y playas que ofrecen al espectador un respiro a la tensa acción previa o al elaborado y traicionero diálogo palaciego.  El héroe suele encontrar en esta caminata villas o granjas en llamas, cuerpos mutilados, apuñalados, ahorcados, ensangrentados y a veces, puede estar seguro de descubrir entre esos cuerpos a su anciano padre, a su mejor amigo, al padre de su prometida, al amigo de su amigo. Es una tragedia difícil de soportar, y cobra forma la promesa de venganza del forzudo: las tropas del tirano pagarán caro la afrenta.

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Y el forzudo se abre paso a golpes, doblando objetos, arrojando rocas y todo lo que tiene a mano, sea lo grande que sea, empujando, demoliendo, sacando músculo, y con sus manos desnudas y su fuerza bruta, arreglando las cosas en el sentido más simplista.

Cualquier época y cualquier lugar son buenos para que los forzudos repartan mamporros y la industria italiana, antes de decidir pasarse al salvaje Oeste, produjo 180 filmes que enviaron a Hércules y sus compañeros de pectorales de acero a la China del siglo XIII, al imperio Inca, al moderno Manhattan, a la era glacial, a luchar contra vampiros y otros monstruos y a la luna si hacía falta.

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Como escribió Pierre Leprohon en The Italian Cinema: “La historia del cine no se puede escribir solo teniendo en cuenta el trabajo intelectual”

Fuentes documentales utilizadas:

Peplum. El Mundo Antiguo en el Cine. Jon Solomon. Alianza Editorial.
Diccionario del Cine de Aventuras. Javier Coma. Ed. P & J.
IMDB:

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Visiones sobre Guerreros Africanos.

16 May 2009 at 22:00 (Cine Histórico, Comics, Historia, Pintura)

El continente africano siempre ha sido codiciado por los hombres blancos, sus riquezas naturales y minerales, y la inmensidad de las sabanas y gratuitas tierras fértiles  han sido como un imán para los codiciosos colonos. En apoyo de sus ciudadanos aventureros, los imperios europeos, debido a su cercanía al continente desconocido y misterioso, han posado sus ojos y sus ejércitos en aventuras coloniales que no siempre acabaron bien.

Los fracasos de las potencias occidentales en África, fueron fruto o semilla de matanzas sangrientas y de hechos heroicos que pasaron a la historia. Y todos estos fracasos europeos tuvieron  unos protagonistas causantes principales: Los Guerreros Africanos.

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Estos guerreros, desde las áridas tierras del norte a las sabanas de Suráfrica, pasando por la “tierra del calor” como se conoce al Cuerno de África, han sido retratados  como valientes y abnegados, como fanáticos enloquecidos, como luchadores descalzos, que sin las tácticas militares estudiadas en elegantes academias para aristócratas, fueron capaces de derrotar mediante primitivos medios y salvajes embestidas en masa, a las fuerzas organizadas, bien pertrechadas y armadas hasta los dientes, de los blancos invasores.

l4gb6La legión extranjera francesa luchó en el norte del continente africano sirviendo de brazo ejecutor para  la conquista de Argelia y ejecutando también la penetración en el Sahara, y a pesar de ser un ejército mercenario de élite, sufrieron espantosas derrotas y matanzas como la de Zafrani en 1903, donde los rebeldes argelinos  masacraron a toda una división montada de la Legión.  Tras la primera guerra mundial, los bereberes encabezados por Abd-el Krim, no solo impusieron dificultades al ejército español, sino que provocaron en 1923 sangrientas bajas a los franceses en diversos emplazamientos del Rifft.

El cine ha reflejado esta contienda en muchas de sus producciones, entre las que podemos destacar:  “Marruecos”, “Morocco” (1930) con Gary Cooper y Marlene Dietrich, “Bajo dos banderas”, “Under Two Flags” (1939), “Beau Gest” (1939) con Gary Cooper y Ray Milland y que es probablemente la mejor película de aventuras sobre el tema de la legión extranjera francesa, “La legión de los condenados”, “Rogue’s Regimen (1948) con Dick Powell,  “Argelia”, “Fort Algiers” (1953) en cuyas secuencias iniciales Lesley Selander copia de Beau Gest la idea del asedio indígena al fuerte francés, “Marchar o morir”, “March or Die” (1977) con Gene Hackman y Catherine Deneuve.

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También en el mundo del cómic, destaca especialmente “El hombre de la legión” de Dino Bataglia, que refleja la vida y la muerte del legionario francés Moreau en el Sahara argelino.

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En la vasta región de  África central, en la tierra de Sudán (bilad al-sud an – país de los negros), bañada por el Nilo, la corrupta administración impuesta por los británicos hacia el 1882, favoreció el éxito militar del Mahdi y sus guerreros derviches (de ad-darawish – mendigos), armados con lanzas y espadas. Este ejército de guerreros desarrapados, conquistará Jartum un 26 de Enero de 1885, y el oficial-aventurero inglés Charles George Gordon pasará a la historia como su héroe y mártir defensor. Tras la muerte del Mahdi ese mismo año, los guerreros derviches serían aniquilados por la superioridad de las armas británicas.

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También el cine reflejó esta contienda y retrató a los fanáticos seguidores del Mahdi, guerreros africanos que descalzos se abalanzaban contra la fusilería blanca, en la película “Jartum” de 1966, donde Laurence Oliver interpreta al Mahdi que derrotará al británico general Gordon interpretado por Charlton Heston,  “Las cuatro plumas” de 1939 de Zoltan Korda, su posterior remake “Tempestad sobre el Nilo” de 1966, o la más reciente versión “Las cuatro plumas“ dirigida por Shekhar Kapur y protagonizada por Heath Ledger y Kate Hudson.

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Destacar el cómic, que narra el sitio de Jartum por el Mahdi dibujada por Sergio Toppi y titulada “El hombre del Nilo”.

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El “bien guiado por dios”, el Mahdi, también inspiró a sus sucesores para organizar las revueltas en el Cuerno de África, “la tierra del calor” mencionada por la Biblia, y situada principalmente en Somalia. Ocupada y repartida entre británicos, franceses, italianos y etíopes, sufrió continuas revueltas sangrientas por parte de los derviches de este Mahdi somalí, que se extenderían hasta bien entrado el siglo XX tras la primera guerra mundial.

En esta tierra y con este Mahdi, es donde el genial Hugo Pratt ambientaría su comicAl oeste del Edén”.

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Pero si una contienda africana ha sido reflejada por el arte occidental con más colorido y amplitud, ha sido la guerra de los zulúes de 1879. En esta contienda, guerreros zulúes, utilizando tácticas de sus ancestros y armados por azagayas (lanza corta zulú) y escudos de cuero,  masacraron una fuerza militar del imperio británico en Isanndhlwana.

Todo comenzó siglos atrás, cuando los hambrientos colonos calvinistas, ligados a antiguas tradiciones campesinas, los Boers, arrebataron palmo a palmo los territorios del norte de El Cabo, echando de allí a los swazis, amazulúes, buthelezis y qwabes.  Los nacionalistas holandeses, o Boers,  se acabaron aliando con los ingleses  en la fuerza expedicionaria de invasión de Zululandia, solo para acabar guerreando posteriormente contra ellos a causa de la codicia de ambos por el oro del Transvaal y que originaría las guerras Boer entre estos dos grupos de blancos, en 1881, y en 1899 al 1902.

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Respecto a la guerra Zulú, destacan en el cine dos producciones colosales al viejo estilo, de 1963 y 1979 respectivamente. La película “Zulú” de Cyril Endfield, protagonizada por Stanley Baker y Michael Caine,  y “Zulú Dawn” (Amanecer Zulú), de Douglas Hickox, protagonizada por Peter O’Toole y por Burt Lancaster.

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A través de sus cómics, los autores italianos Gino D’Antonio, con su “El hombre del país Zulú”  y Hugo Prat con su aventura “Cato Zulú”, reflejarían diversos episodios de esta guerra en los territorios de Sudáfrica.

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Estas visiones occidentales sobre los guerreros africanos, contrasta y difiere en ocasiones con el romanticismo de las visiones que autores de este continente han  elaborado de sus guerreros. A continuación, una muestra de pinturas originales de autores africanos retratando un pasado guerrero que una vez hizo temblar al hombre blanco.

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