El deber y no pagar.

4 febrero 2010 at 22:00 (Cine, Cine de Aventuras, Cine Histórico, Comics, Drama, Fotos, Historia, Literatura, Música, Novela, Pintura)

El cosaco en su brioso corcel
Va a la estepa siempre al trote,
Que del mundo es un azote, zote, zote, zote, zote,
Porque nunca va al cuartel
Y si fiero es en la guerra al vencer,
Al volver es más terrible,
Porque trae un hambre horrible
Y de genio está imposible
Y su encanto es el deber.
El deber, el deber, el deber y no pagar.
Cosacos de Kazán que sobre caballo van sin temor y sin desmayo.
Cosacos de Kazán que en la guerra son un rayo y en la paz un huracán.
¿Dónde irán? ¿Al asalto del caballo?
¿Dónde irán? ¿Cómo y cuándo volverán?
Volverán, que no les parta un rayo.
Volverán mediado el mes de mayo.
Volverán con más plumas que un gallo,
Los cosacos de Kazán

Esta canción de la zarzuela Katiuska de Pablo Sorozábal retrata muchos de los tópicos que sobre el pueblo cosaco, y sus guerreros, llenaron mi cabeza en la niñez, Miguel Strogoff de Julio VerneTaras Bulba de Nikolái Gógol hicieron el resto.

Aunque el correo del zar se las veía contra los tártaros y el rudo Taras Bulba con los polacos, sus periplos por las frías estepas del imperio, les conducirían por inhóspitos lugares que fueron conquistados y colonizados en su día por otros insignes cosacos, esta vez reales y no de ficción. Conquistadores y colonizadores de Siberia, estos temibles guerreros mantuvieron a raya a los tártaros, a los chinos, a los polacos, a los franceses e incluso al propio pueblo ruso.

Desde Hollywood se proyectó una imagen heroica y romántica del mundo de los cosacos.

Entre los primeros films que trataron la temática cosaca destaca el producido en 1928 por la Metro Goldwyn Mayer, The Cossacks. Película muda basada en la obra homónima de Lev Nikoláyevich Tolstói, escrita en 1863. Fue dirigida por George Hill y protagonizada por el galán John Gilbert. Mostraba la vida en un pueblo cosaco y sus escarceos bélicos con los tártaros. También reflejaba una sociedad eminentemente machista donde los cosacos se dedicaban a guerrear mientras las mujeres trabajaban el campo. La escena final no podía ser más explícita respecto a esto. La mujer se aferraba a los brazos del valiente cosaco en su caballo, después de haber sido rescatada y le decía: “Lukashka, te amo… Lukashka, trabajaré para ti… Lukashka, yo seré tu esposa devota… Dios es todopoderoso”.


También es muy destacable la adaptación de Taras Bulba que realizó J. Lee Thompson en 1962. Protagonizada por Yul Brynner y por Tony Curtis, retrataba la vida guerrera del cosaco inmortalizado por Nikolái Gógol y algunas de sus más fuertes convicciones: la lealtad y el honor.

De lo que no cabe duda es que estas visiones, muy entretenidas pero algo edulcoradas, de las duras condiciones de vida del pueblo ruso y del carácter endurecido de la raza cosaca,  tenían una base real. Los gobiernos de la madre Rusia, vieron en los cosacos los guerreros ideales y formaron cuerpos de caballería de élite que serían temidos dentro y fuera del imperio zarista.

De ellos llegó a decir Napoleón Bonaparte: “En lo que se refiere a los Cosacos,  honestamente hay que reconocer que fueron ellos los que garantizaron a Rusia el éxito en esta campaña. Los Cosacos son las mejores tropas militares de todas las existentes. Si yo los hubiera tenido en mi ejercito,  podría haber llegado a conquistar el mundo entero

El carácter indomable de estos curtidos guerreros fue bien aprovechado por los zares, y  aparte de poner en jaque al ejército francés o al que se pusiera por delante, fueron  utilizados para reprimir al pueblo en los momentos de mayor pobreza. Cuando las ideas revolucionarias empezaban a asomar en las mentes de los campesinos hambrientos o en las de los obreros descontentos, en las perdidas estepas o en las grandes ciudades y anillos industriales.

En muchas ocasiones los zares consideraban que un régimen de terror era más fácil de administrar y utilizaron a las tropas cosacas para la represión y la persecución de todo aquel que levantara voces discordantes contra el estado monárquico zarista o contra los que simplemente no eran de su gusto, como en las persecuciones étnicas o los pogromos contra los judíos rusos.

El último zar de la dinastía Romanov, Nicolas II, utilizó las unidades cosacas sin miramientos para la represión del pueblo. Recordemos el domingo sangriento del 22 de enero de 1905, en San Petersburgo, cuando la muchedumbre llegó a las inmediaciones del Palacio de Invierno donde las tropas de cosacos, convocadas por el ministro del interior, príncipe Sviatpolsk Mirski, dispararon a matar y atacaron con una carga de caballería produciendo una cifra estimada de 92 muertos.

Se puede ver una representación de esta escena en la película de 1965 dirigida por  David Lean: Doctor Zhivago, protagonizada por Omar Sharif y por la bella Julie Christie.

La revolución de Octubre acabaría con la dinastía de los Romanov, con su asesinato y desaparición. Pero en el confín del imperio, más allá del lago Baikal, donde acaba el ferrocarril Transiberiano y comienza el Transmanchuriano, muchos cosacos se unieron a los ejércitos blancos liderados por el  Almirante Kolchak. Otros creyeron en las ideas revolucionarias y combatieron en el lado bolchevique.

En esta etapa del convulso siglo XX, durante la revolución rusa, muchos cosacos se aferrarían a la idea de combatir con los Blancos para conseguir fundar un estado independiente cosaco que podría desplegarse en tierras de Mongolia y a caballo entre Rusia, China y el Tibet.

En este escenario, en esta lejana guerra, surgirían personajes variopintos con delirios de grandeza que han pasado a la historia como héroes iluminados, como antihéroes viciosos y depravados, como salvajes guerreros a mayor gloria del pueblo cosaco, aunque muchos de ellos son aún denostados por muchos de sus propios compatriotas rusos.

Entre estos guerreros malditos, podemos destacar a Grigory Mikhaylovich Semyonov, o Semenov, atamán cosaco que puso en jaque a las tropas bolcheviques en Manchuria, con un ejército formado por cosacos y voluntarios checoslovacos y apoyado por el ejército imperial japonés.

Descrito como un bandido que paseaba con su tren blindado por la línea Transmanchuriana en busca de riquezas, cometió con sus tropas muchas acciones violentas de pillaje hasta que fue expulsado de territorio ruso en 1921.

Sería capturado en 1945 por paracaidistas soviéticos y condenado por el tribunal supremo de la URSS a morir en la horca. Se dice que sus verdugos le odiaban tanto que utilizaron métodos no permitidos para prolongar su agonía.

Aunque no tan cosaco como Semenov, pero luchando en sus filas, el barón Roman Ungern von Sternberg despierta cierta fascinación dentro del  conflicto blanco del Transbaikal.

Este personaje podría ser considerado como un monárquico iluminado que creía ser la reencarnación de Gengis Kan.

Al igual que el atamán Semenov combatiría contra los bolcheviques con la idea de fundar un imperio asiático poderoso donde vivieran en armonía los cosacos, mongoles, chinos y tibetanos.

El Barón Sangriento acabó también siendo capturado por el ejército rojo y ejecutado frente a un pelotón de fusilamiento.

La idea de formar un imperio donde los cosacos pudieran practicar sus tradiciones sin ser molestados, inclinó a muchos de ellos a colaborar con los invasores alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, formando unidades cosacas integradas en la Wehrmach.

Curiosamente se dieron casos de enfrentamientos entre tropas cosacas combatientes con los alemanes y cosacos integrados dentro del ejército rojo.

La fascinación que despierta el mundo de los cosacos, su aguerrido carácter, no podía dejar de reflejarse en el cómic.

Así podemos encontrar referencias claras en la muy recomendable obra Klezmer de Joann Sfar, donde se retrata a un grupo de marginados, judíos y cosacos incluidos, que viven al ritmo de la música klezmer por las tierras rusas.

También en Ring Circus, con guión de David Chauvel y dibujo de Cyril Pedrosa, podemos encontrar referencias claras a los cosacos, mostrados aquí como defensores y haciendo alguna matanza de campesinos, reconvertidos en bandidos.

Una obra reciente, publicada en edición integral por la editorial Glénat, es Noche en Blanco, donde nos paseamos por la gélida Rusia post-revolucionaria, por las tierras heladas controladas por el movimiento blanco y por las tropas cosacas del atamán Semyonov, por las fiestas anti revolucionarias de Vladivostock y por las aventuras de un oficial del ejército del zar junto a sus amigos cosacos.

El guionista Yann y el dibujante Neuray relatan veinte años en la vida de un militar fiel a los Romanov que ha de enfrentarse al derrumbe de su mundo con la llegada de la revolución.

Si alguien se ha fascinado con las leyendas de Ungern Kahn o del atamán Semyonov, ese fue el incansable viajero Hugo Pratt. Su magnífico personaje Corto Maltés, se encontrará con estos salvajes cosacos en el título Corto Maltés en Siberia.

Aquí Pratt se documentó entre otras fuentes con el relato de Ferdinand Antoni Ossendowski (1876-1945), titulado “A través del país de las bestias, los hombres y los dioses”, para retratar al barón Ungern o al general Semenov.

En las siguientes viñetas, podemos comprobar las personalidades con las que Hugo Pratt empapa a estos personajes históricos y al ambiente que les rodeaba en esa época plena de aventuras y peligros.

Para finalizar algunos enlaces interesantes acerca del mundo cosaco que profundizan mucho más en su historia:

Muy completo este artículo de la Wikipedia,  en castellano, sobre los Cosacos.

Otro artículo, también de la misma fuente, sobre La Historia de los Cosacos.

La red cosaca, página rusa dedicada a los cosacos, en cuatro idiomas.

7 comentarios

  1. Diego said,

    Raya. Los mantuvieron a raya. El otro ralla es de rallar. Sé que es una pendejada, pero yo defiendo el español a ultranza.

    • Jesús Angel said,

      Tienes toda la razón Diego. Yo también defiendo la lengua castellana a tope, así que te agradezco la corrección. Lo corrijo inmediatamente.
      Saludos.

  2. Manuel Márquez said,

    Como siempre, impresionante, compa José Ángel, ese recorrido que haces a través de mitos y circunstancias de los cosacos. Y no es coña, pero me ha llamado la atención que, en reseña tan extensa y profunda, no haya una sola mención a la legendaria capacidad «bebestoria» de los cosacos (eso de beber como un …, ya sabes…). Supongo que será una de tantas leyendas urbanas, pero ya me confirmarás, ya…

    Un fuerte abrazo y que tengas un buen día.

    • Jesús Angel said,

      Gracias Manuel. Lo de la capacidad «bebestoria» como dices, también debe ser cierta, aunque eran muy cristianos casi todos, y no se pasaban mucho. Pero ahí tienes al atamán Semyonov que era un vicioso de todo (opio líquido, vodka, chicas fáciles, pfff… ¡Menudo crápula!
      Es curioso que en la canción de Katiuska con la que comienza el relato, y que oí de pequeño un porrón de veces en el tocadiscos de mi madre, donde dice el deber y no pagar, yo entendí siempre el beber y no pagar, jajaja. debe ser un defecto profesional.
      Otro abrazo.

  3. Zenaida Fincham said,

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    Una pequeña corrección , en el texto de los Kosakos de Kazán de Katiusta, donde pone «porque nunca va al cuartel» es erróneo, el texto exacto es : «porque nunca da cuartel».
    Un saludo.

    • Jesús Angel said,

      Correcto, porque nunca da cuartel, se me escaparía, gracias por la corrección

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