Esqueletos y calaveras

25 enero 2011 at 22:00 (Historia, Ilustración, Pintura) (, , , , )

Tal y como apuntábamos en la entrada dedicada a las Soldaderas de la Revolución Mexicana, la muerte forma parte inseparable de todas las culturas, pero especialmente es en México, donde se le presta una mayor atención y donde está muy presente en el folclore popular.

La brecha importante entre pobres y ricos, que se ha fraguado mientras crecían el empobrecimiento de la población, la violencia, la impunidad y la corrupción generalizada de las clases dominantes y sus instrumentos de poder, ha posibilitado el avance de esa llamada cultura de la muerte.

Pero el enraizamiento de esta cultura en la población mexicana no es de ahora. Ya en el siglo XIX el dibujante y grabador  José Guadalupe Posada se convirtió en uno de los artistas que alimentó, más recientemente y de forma duradera, la simbología de esta cultura y representó como nadie el famoso Día de los Muertos.

Este hijo de Aguascalientes ilustró corridos, acontecimientos cotidianos, hechos truculentos sensacionalistas, historias de crímenes y pasiones para los periódicos y octavillas de la época, historias de aparecidos y milagros.

Retrató y caricaturizó a todo tipo de personajes: revolucionarios, políticos, delincuentes, fusilados, borrachos, bandoleros, damas elegantes, charros, toreros y obreros. En definitiva representó durante su vida de artista la esencia de los pesares y alegrías del pueblo.

Sus famosas caricaturas políticas, llenas de lírica y teatralidad, sus carteles y portadas, sus famosos dibujos en blanco y negro que muestran el absurdo de la vida o la historia de la revolución, tienen una calidad expresiva perenne que hace que se sigan publicando aún en todo el mundo.

Además ilustró las famosas «calaveras» (versos con alusión a la muerte que se ilustraban con esqueletos vivos personificados) género que Posada desarrolló de manera extraordinaria

Las calaveras de Posada están mayoritariamente asociadas con el Día de los Muertos, representando los grabados calaveras y esqueletos bailando, otras vestidas de gala, calaveras de fiesta por los barrios, en calles concurridas, en las casas de los ricos, calaveras montadas a caballo, en bicicleta, con las que se intentaba representar todas las lacras, la miseria y los errores políticos del convulso país de Porfirio Díaz.

Destaca entre todas sus calaveras uno de sus más famosos esqueletos, conocido como la Calavera Garbancera y bautizado por Diego Rivera como “La Catrina”. Una mujer esquelética, caprichosamente vestida con un sombrero de flores y plumas, que representa una burla a la clase alta del Porfiriato.

José Guadalupe Posada fue un trabajador de prensa que empezó a ganarse la vida en los años de la precaria estabilidad y pujanza alcanzada en el México del Porfiriato. Su trabajo incansable le permitió acabar siendo el gran artista gráfico de finales del XIX, maestro de los grandes artistas mexicanos del primer tercio del siglo XX y el definidor de una estética tan poderosa que podría decirse que México entero aún no la ha superado. Trabajó hasta morir, pobre, a los sesenta años, el 20 de enero de 1913.

Posada utilizó desde referencias precolombinas hasta carteles publicitarios de las tabernas y pulquerías.


El México revolucionario se vio necesitado de una autodefinición fuerte, reivindicativa y, en cierto modo, justificadora del cierre de fronteras y el fin del cosmopolitismo que había marcado a los creadores del gusto de años anteriores. Y allí estaba la obra inmensa de José Guadalupe Posada para fundar sobre ella una estética que hoy nos resulta inconfundible y que parece formar parte del alma y la esencia de los mexicanos desde siempre.

Posada abandonó pronto la comodidad de la prensa burguesa para aliarse con el editor Antonio Vanegas Arroyo, dedicado a la literatura callejera y más popular, o hasta populachera. Pero vale la pena fijarse en la tradición culta que impregna estas imágenes.

Ya como antecedente de lo que serían los actuales narcocorridos los cancioneros de corridos empezaron a tener un gran favor del público en los años de la Revolución. Muchos de ellos, como los que versan sobre el Tigre de Santa Julia o sobre Valentín Mancera, serían ilustrados por Posada.

Posada no era un seguidor de los principios revolucionarios, más bien su personalidad era oscura y enigmática en cuanto a su verdadera ideología o sus creencias religiosas.

Los lugares en que Posada publicaba, por más que se declararan «a favor de la clase obrera» eran en muchos aspectos conservadores, sin apenas análisis políticos serios e inclinados sobre todo al sensacionalismo y la caricatura.

Calaveras, esqueletos y más calaveras y esqueletos dan la imagen más extendida de José Guadalupe Posada, cuando en realidad esta parte de su producción no llega al dos por ciento del total. También en esta faceta José Guadalupe Posada es el último gran representante de una tradición literaria y gráfica de más de quinientos años.

Acabaremos con las palabras de Montserrat Galí Boadella, en «José Guadalupe Posada. Tradición y modernidad en imágenes», en el libro Posada. El grabador mexicano:

“El grabado de Posada se transforma en un desfile de personajes, desde los más grotescos hasta los más entrañables: los fenómenos de la naturaleza, los borrachos, los aguadores y demás vendedores callejeros, las soldaderas, las vendedoras en los tianguis, las indígenas en las trajineras de Xochimilco y Santa Anita, políticos, bandidos, cirqueros y maromeros, charros a caballo, policías y federales; éstos a su vez los transforma en calaveras, y entonces el desfile de la vida se convierte en la Danza Macabra

Pulsar aquí para ver / descargar un magnífico corto de José Pavón acerca de la obra gráfica de este artista.

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